Cuando las cenizas del Vesubio comenzaron a llover sobre Pompeya en el 79 d.C., sus habitantes estaban enfrascados en actividades cotidianas como comer, beber y producir alimentos. Situada en el sur de Italia, esta urbe se enclavaba entre exuberantes viñedos y fértiles huertos a un lado y las abundantes aguas de la Bahía de Nápoles al otro. La ciudad producía más vino, aceite de oliva y salsas de pescado de las que podía consumir de ahí que exportara sus productos por toda la región. Esta exposición revela lo que comían y bebían los pompeyanos a través de 300 objetos que nunca antes habían salido de Italia; pueden admirarse desde los muebles de un típico comedor romano, hasta comida que se carbonizó cuando el volcán entró en erupción.