La obra de Joaquín Torres-García, uno de los artistas esenciales de la primera mitad del siglo XX, abrió nuevos senderos en el arte moderno en ambos lados del Atlántico creando un lenguaje artístico propio que conjugaba los principios de la abstracción o del arte “no representativo” con formas arcaicas y esquemáticas del arte de las culturas precolombinas. Su implicación personal en diferentes movimientos -las primeras vanguardias, el noucentisme catalán, el cubismo, el ultraísmo-vibracionismo y el neoplasticismo- lo convierten en una figura sin parangón. Sus extraordinarios logros son recogidos en esta retrospectiva que reúne más de 170 piezas, entre pintura, escultura, fresco, dibujo y collage, que abarcan toda la trayectoria del creador uruguayo. Sobresale el monumental fresco que pintó en 1914 para su propia casa, La Terra, Enees i Pan. La exposición hace hincapié en dos momentos fundamentales: uno, el período de 1923 a 1933, cuando Torres-García participa en los movimientos de la vanguardia europea, a la vez que establece su característico estilo pictográfico/constructivista. Y el segundo, de 1935 a 1943, cuando tras vivir largos periodos en Nueva York, Florencia, París y Madrid, regresa a Montevideo y produce uno de los repertorios más contundentes de la denominada abstracción sintética. [Joaquín Torres-García Arte constructivo. 1932 © Sucesión Joaquín Torres-García, Montevideo 2016]