Brancusi creó Musa dormida, uno los hitos de la historia de la escultura, cuando tenía poco más de treinta años. Había llegado a París desde su Rumania natal en 1904, a los veintiocho años, y desde sus primeros tiempos en la ciudad del Sena, se había sentido irremediablemente intrigado por el tema del sueño. Entre 1906 y 1908, esculpió varias cabezas de mujeres y niños durmientes, que conservan el naturalismo descriptivo aprendido en el taller de Rodin. Concebida primero en mármol, Musa dormida fue fundida en bronce en 1913 haciéndose seis versiones. Cuatro de ellas se reparten entre el Metropolitan de Nueva York y el Art Institute of Chicago, queda otra en manos privadas además de la que se ofrece hoy en la sede neoyorkina de Christie’s preciada entre 19 y 28 millones de euros. “Brancusi consideraba cada bronce una obra de arte individual, más que parte de una edición uniforme –explica la experta Jessica Fertig- En consecuencia, supervisó el proceso de patinado durante la fundición para asegurarse de que en cada copia se producían diferentes variaciones.”