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    Dalí y Ana María: historia de dos hermanos

    Durante la noche del 31 de agosto de 1984, un incendio arrasó el Castillo de Púbol donde moraba el octogenario Salvador Dalí. El artista sufrió quemaduras de segundo grado y tuvo que ser trasladado al hospital Nuestra Señora del Pilar de Barcelona, donde recibió la visita de alguien a quien llevaba más de treinta años sin ver: su hermana Ana María. El reencuentro fue tormentoso. Dalí la echó de la habitación mientras la cubría de improperios. Aquella sería la última vez que se verían las caras. Ana María había sido la musa de numerosos retratos tempranos de su carrera, entre ellos Figura de perfil, que lidera la venta de Arte Moderno que se celebra el 2 de marzo en la sede londinense de Bonhams con una estimación de 940.000 a 1,4 millones de euros. Este lienzo de 1925, que llevaba casi un siglo al resguardo de miradas ajenas, fue un obsequio de Dalí a su hermana. El artista, que tenía 21 años cuando lo pintó, lo incluyó entre las 17 obras de su primera individual en las Galeries Dalmau ese mismo año. Para Teresa Ybarra, directora de Bonhams Barcelona: “No hay muchas obras de Dalí en el mercado de esta época, la génesis de su periodo surrealista, y Figura de perfil es un ejemplo excepcional. El que sea una pieza inédita en el mercado, la hace extremadamente interesante.” La directora de los Museos Dalí, Montse Aguer, hace la siguiente valoración: “Es un cuadro interesante también por el halo de misterio que le acompaña, al estar tanto tiempo fuera de la escena pública. Es un óleo poco conocido hasta ahora, había escasas referencias -de hecho se sabía de su existencia a través de una imagen en blanco y negro- y completa el grupo de retratos de su hermana, conjunto que refleja la evolución y la experimentación constante de Dalí. La Fundación posee una gran colección de obras de Dalí de primera época y, en este sentido, no es una pieza fundamental para nosotros.” En la época en que pintó esta tela Dalí vivía en la Residencia de Estudiantes mientras estudiaba Bellas Artes en Madrid. En 1925 invitó a su camarada Federico García Lorca a pasar las vacaciones en Cadaqués. Fue una etapa feliz para los dos amigos y también para Ana María, que quedó fascinada con el poeta granadino. Lorca manifestaría que Ana María era «sin duda, la chica más asombrosa que he visto en mi vida», gracias a un rostro angelical, sonrisa coqueta y cascadas de pelo rizado. Su belleza tampoco pasaba desapercibida para su hermano quien la retrató en repetidas ocasiones. Dalí prefería captarla de espaldas, y a menudo, mirando al mar. Algunos han interpretado su predilección por esta pose diciendo que se inspiró en las pinturas de Ingres, como La bañista de Valpinçon, e incluso el artista refirió una aparición fantasmal en la ventana de su dormitorio de una enigmática mujer de espaldas. El distanciamiento de los hermanos se remonta a 1929, y en él fue determinante la entrada en escena de Gala Éluard, pero también que el pintor fuera expulsado de la casa por su padre furioso con la inscripción que éste había hecho en un dibujo -«a veces escupo con placer sobre el retrato de mi madre»-. La publicación por Ana María de sus memorias en 1949 (Salvador Dalí visto por su hermana) selló la ruptura definitiva. Enojado con las «falsedades manifiestas» que según él había vertido su hermana, Dalí la acusó de haber vendido muchas de las obras que había dejado en la casa familiar veinte años antes. Su venganza sería la última pintura inspirada en su hermana, Joven virgen auto-sodomizada por los cuernos de su propia castidad de 1954. Dalí murió sin descendencia, en enero de 1989, dejando su legado al Estado español. Ana María, que nunca se casó, falleció tres meses después, también sin hijos. “Las obras más cotizadas de Dalí son las de lenguaje surrealista –explica Teresa Ybarra- Representan paisajes de ensueño, insinuando a menudo la decadencia y las limitaciones de la vida. Su vocabulario visual es muy rico, combinan muchos elementos en un solo cuadro, y se reiteran símbolos como los relojes que se derriten, las muletas y las jirafas en fuego. El artista trabajó el estilo surrealista entre mediados de los años 40 y los 50 y las obras de esta etapa se cotizan en millones de euros, como Los Elefantes de 1948, o Galatea de las Esferas de 1952.”

    Salvador Dali

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