El mundo actual es producto de la Edad Media. En torno al año 1200 surge en lo que ahora se llama Flandes un nuevo tipo de individuo. Es una persona práctica, innovadora y emprendedora que se asienta en las ciudades flamencas. El comercio y la actividad empresarial hacen que esos núcleos urbanos crezcan hasta convertirse en centros de poder económico con una artesanía floreciente. Los productos artísticos de Flandes y Brabante conquistan el mercado mundial. Pinturas, esculturas, tapices, retablos, manuscritos ilustrados… Todo es demandado con entusiasmo y se exporta con frenesí. El arte de la región se convierte en una etiqueta de calidad, un estándar internacional. Esta fascinante muestra que lleva por título Servir a Dios y al dinero conduce al visitante a un viaje a través de la Edad de Oro de Flandes, considerada entonces epicentro tecnológico, industrial y comercial del mundo. [Jan Cornelisz, Retrato de Jodocus Aemszoon van der Burch].