Más conocidas como acompañantes de los protagonistas masculinos de su tiempo –Man Ray, Max Ernst, Samuel Beckett, André Breton, T.S. Eliot o Jean Cocteau– que por sus propias obras, mujeres como Nancy Cunard, Kiki de Montparnasse o Joyce Mansour fueron mucho más que un nombre en un pie de foto o una cara hermosa que adornaba las fiestas y los salones literarios. Alentaron y promocionaron a escritores aún desconocidos, impulsaron la obra de artistas emergentes, y no dudaron en dilapidar su fortuna financiando la obra de sus amantes, amigos y protegidos. El libro Musas, mecenas y amantes. Mujeres en torno al surrealismo, escrito por Victoria Combalía y publicado por la editorial Elba, reivindica la figura de estas féminas inspiradoras de artistas y escritores que fueron, sin duda, las primeras musas de la modernidad.