«Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani” escribió Joseph Brodski sobre Anna Ajmátova (Odesa, 1889 -Domodedovo, 1966) una de las grandes figuras femeninas de la literatura rusa. A través de los retratos de ella y los hombres que formaron parte de su vida, así como de poemas, libros y objetos que pertenecieron a la artista, esta intimista muestra intentará acercarse y desvelar detalles de la existencia de la gran dama de la poesía rusa. Stalin, que la llamó mitad monja, mitad puta, ordenó respetarla para someterla a un sádico aislamiento. En su apartamento de la Fontanka, abandonada por todos menos por unos pocos fieles, Ajmátova se convirtió en una leyenda de resistencia y dignidad. [Anna Ajmátova retratada por Nathan Altman en 1915]