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    Monet, el príncipe de los impresionistas

    “Nunca la naturaleza tuvo un intérprete tan elocuente, tan prestigioso, con una comprensión más profunda e intensa”, señaló el crítico de arte Edmond Duranty sobre Claude Monet (1840-1926). Marcel Proust, que también lo idolatraba, escribió que sus cuadros “nos hacen adorar un campo, un cielo, una playa, un río como si fueran santuarios.”

    Coincidiendo con el 150º aniversario del nacimiento del impresionismo, este mes salen a pujas importantes obras del maestro. El 15 de mayo, Sotheby’s ofrece en Nueva York Almiares en Giverny de Claude Monet, estimado en 28 millones de euros, que aspira a seguir la estela de otro almiar vendido en 2019 por 104 millones de euros, coronado como la obra impresionista más cara vendida nunca en subasta. Este lienzo fue ejecutado en 1893, durante una época de transformación para Monet, en la que el artista comenzó a representar dos de sus motivos más icónicos: pajares y nenúfares. Los almiares, pilas de heno, c14omenzaron a aparecer en su obra a principios de la década de 1880, y tal como escribió al crítico Gustave Geoffroy: «Estoy trabajando muy duro, luchando con una serie de diferentes efectos (pajares), pero en esta época del año el sol se pone tan rápido que no puedo seguirlo… Cuanto más me empeño, me doy cuenta de cuánto trabajo se necesita para conseguir lo que busco.» Monet solía pintar dos o tres cuadros al año pero hacia 1890-91 entró en un período de máxima productividad que culminó en el primer grupo de obras que expuso como una serie, quince lienzos que se expusieron en la Galerie Durand-Ruel de París en 1891.

    Claude Monet, Almiares en Giverny © Sotheby’s

     

    El 16 de mayo es el turno de Christie’s que saca al mercado El Molino de Limetz uno de los dos lienzos que el maestro dedicó al tema del molino en la localidad francesa de Limetz-Villez, cerca de Giverny. Pintado en 1888, puede interpretarse como un prólogo a las series que acabarían definiendo su carrera tardía. Con una deslumbrante luz caleidoscópica que reverbera en el agua que fluye suavemente y se refleja en el follaje, Monet imprime profundidad al color a través de capas de pigmento espeso, rico y suntuoso. En 1900, el famoso marchante Durand-Ruel compró esta pintura que pasó poco después a las manos del coleccionista Lucien Sauphar, quien la conservó hasta 1936. Fue más tarde, tras ser adquirida conjuntamente por Durand-Ruel y M. Knoedler & Co., cuando acabaría cruzando el Atlántico para aterrizar en Kansas City, en la colección de los mecenas Joseph S. y Ethel B. Atha. En 1986, fruto de un legado parcial, la obra entró en el Museo Nelson-Atkins. Ahora se pone a la venta valorada entre 17 y 24 millones de euros y la cantidad que se recaude se destinará a financiar futuras adquisiciones de esta pinacoteca.

    Claude Monet, El Molino de Limetz © Christie’s Images Ltd
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