El Prado celebra el 150 aniversario del nacimiento del escultor Miguel Blay (Olot, 1866 – Madrid, 1936), exhibiendo varias obras significativas de su trayectoria reflejo de las diversas corrientes de la escultura de su época. El éxito de su carrera se debió a sus grandes dotes para la escultura, con bases muy solidas para el dibujo, y a una vida de esfuerzo y tenacidad dedicada por entero a su profesión. Junto a grupos escultóricos destacados como Al ideal o Eclosión, que han sido restaurados para la ocasión, en la exposición se presentan dibujos, varias medallas y una pequeña agenda de notas de 1902, un total de 19 piezas que mostrarán sus diversas etapas creativas, en las que logró transmitir, sin afectación ni desmesura, las emociones, la naturalidad y la belleza. Su ideario artístico se resume en la cita extraída del discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1910: “Solidez y belleza. He aquí, en dos vocablos, expresado todo el ideal que encierra el programa que ha de cumplir un escultor.” El otro gran escultor del momento, Mariano Benlliure, lo definió como “el príncipe de la elegancia y la corrección». [Miguelito, Mármol, 1919 Madrid, Museo Nacional del Prado]