Mezclando temas de la cultura pop con técnicas que recuerdan a los maestros antiguos, Mark Ryden (Medford, Oregon, EEUU, 1963) ha creado un estilo singular que desdibuja los límites tradicionales entre el arte elevado y el popular. Su obra captó la atención por primera vez en los años 90, cuando alumbró un nuevo género de pintura, el ‘surrealismo pop’, que arrastró una multitud de seguidores en su estela. Ryden ha rematado las estrategias surrealistas originales escogiendo contenidos cargados de connotaciones culturales. Su vocabulario va de lo críptico a lo tierno, pisando la delgada línea entre el cliché nostálgico y el arquetipo perturbador. El espectador, embriagado por las superficies brillantes y asombrosamente detalladas de sus cuadros, se enfrenta a la yuxtaposición entre la inocencia infantil y los misterios recónditos del alma. Compleja en sus contenidos arcanos e idiosincrásicos, la obra de Ryden no deja indiferente. Tendencias del Mercado del Arte ha tenido la oportunidad de conversar con el afamado llamado ‘padre del surrealismo pop’ con motivo de su actual exposición en la galería Paul Kasmin de Nueva York. [Chroma Structure 113, 2015]. Vanessa García-Osuna
¿Cuál fue su primera experiencia memorable con el arte? Aunque no puedo recordarla, se trata de una anécdota real que mi familia me ha contado: cuando yo era apenas un bebé, metí la mano dentro de mi pañal, cogí mi primer “material” y lo restregué por toda la pared encima de mi cuna. ¡Aquella fue mi primera obra de arte!. [ríe travieso]
¿Por qué siente ese interés en la infancia? Creo que, en el mundo actual, la capacidad de asombro ha quedado confinada y limitada al universo de la infancia. La imaginación se considera un juego de niños. Pienso que una cualidad que define a muchos artistas es que nunca pierden el sentido infantil de maravillarse ante el mundo increíble que nos rodea. Los niños responden espontáneamente y no intelectualizan sus emociones. A diferencia de los adultos, no se atascan, simplemente experimentan la vida, y el arte.
¿De dónde proceden sus enigmáticas niñas y princesas? La figura femenina que aparece en mis obras podría describirse como un anima. En la psicología analítica de Jung, el anima es el aspecto femenino del subconsciente masculino (su equivalente es el animus, la parte masculina del subconsciente femenino). Fue mi esposa Marion quien conjeturó que la figura femenina que yo plasmaba recurrentemente en mis cuadros era, en realidad, un autorretrato. Fue una observación tremendamente perspicaz y no pude más que estar de acuerdo con ella. En definitiva, esa figura reiterada es mi ánima. De una manera más general, representa, simplemente, el alma, relacionada con cualquiera que mire mis pinturas.
Su taller está repleto de curiosidades y objetos inspiradores (colecciones de libros, juguetes, esculturas, fotografías…) descubiertos en mercadillos, tiendas de antigüedades, etc. ¿Qué tipo de objetos ‘prenden la mecha’ de su imaginación? Vivo en medio de un mar de objetos que he ido coleccionando. Todos son parte integral de mi proceso creativo. No me puedo imaginar lo que supondría crear arte sin estos amigos que se sientan en mis estantes, me rodean, y en silencio, me inspiran. Son como un coro que me alienta para ponerme a trabajar. Cada uno tiene una historia particular, una cualidad inspiradora indefinible que me atrae por una u otra razón.
Su universo pictórico nos traslada a un reino donde rige el sentimentalismo, la nostalgia y lo kitsch. Lo curioso es que usted sostiene que estos temas son tabú en el mundo del arte. El sentimentalismo, la nostalgia y lo kitsch son terrenos peligrosos en el mundo del arte. Me parece alucinante que estas áreas sean tan menospreciadas. Supongo que son desdeñadas porque cualquier persona, independientemente de su clase social o nivel de educación, puede conectar con ellas. Yo no le temo al kitsch. Muchos artistas contemporaneos muy respetados utilizan lo kitsch en su arte, pero se protegen adoptando una postura irónica. Yo me esfuerzo por ofrecer algo más complejo. Trato de combinar la ironía con un grado de sinceridad. Creo que lo kitsch es un ámbito que contiene los poderosos arquetipos universales de la conciencia colectiva.
¿Cómo decide el tamaño específico de una pintura? Cada cuadro parece necesitar una dimensión concreta para existir; hay tamaños que son más adecuados para que esa imagen cobre vida. He llevado este planteamiento hasta el extremo de volver a pintar por completo un cuadro cuando sentía que sus medidas no eran las idóneas. Algunas piezas de mi última exposición, como Aurora, que mide casi 3 metros, requerían esa escala épica. Otras, como la miniatura Rose, reclamaban un formato silencioso y discreto.
¿Pinta igual un lienzo monumental que una miniatura? Esa es una pregunta conmovedora, porque yo abordo una miniatura de cinco centímetros con la misma técnica pictórica que uso en un lienzo de 4 metros. Mis grandes lienzos son empresas colosales porque me afano para que tengan un acabado final impecable (¡usando pinceles muy pequeñitos!). Quiero lienzos grandes para poder trabajarlos a escala macro y micro, y que puedan leerse bien en la distancia, pero que envuelvan al espectador para que cuanto más se aproxime haga descubrimientos sorprendentes en el lienzo al contemplarlo de cerca.
Asombra el grado de detallismo de sus lienzos. ¿Qué podría contar de su técnica pictórica? ¿utiliza una lupa? Uso una técnica de pintura al óleo muy tradicional en la que voy incorporando capas de veladuras sutiles. Es un procedimiento tedioso que consume mucho tiempo. También me ayudo de una lupa de aumento y una lente de reducción, incluso de un espejo. Cada instrumento ofrecerá una visión diferente de la obra.
¿Se considera un perfeccionista? A medida que pasan los años, creo que estoy cada vez más obsesionado con el detalle y la sutileza y persevero por alcanzar esa meta inalcanzable que es la perfección. Una de mis citas favoritas es de Miguel Ángel: ‘La perfección se hace de bagatelas, pero la perfección no es una bagatela.’
¿Cuándo sabe que una obra está terminada? Como tantas cosas, es algo que te dice tu corazón, no tu cabeza. ¡Aunque tal vez sólo sea que la fecha límite de entrega se te está echando encima!.
¿Le cuesta separarse de sus creaciones? La verdad es que no. Una vez que doy por concluido algo me siento listo para pasar a lo siguiente y dejar que la obra salga al mundo.
¿Cuánto tiempo puede invertir trabajando en una sola obra? ¿Qué piezas, debido a su complejidad, fueron un reto mayor? Cada pieza es un reto, de una forma u otra. Uno nunca sabe qué tipo de desafíos irán apareciendo a lo largo del proceso. Las obras más pequeñas suelen ocuparme uno o dos meses. Las grandes conllevan un esfuerzo considerable, y puedo invertir fácilmente un año en concluirlas. Se me ocurren muchas ideas que suelo esbozar, pero muy pocas hacen la transición hasta convertirse en una pintura. A menudo es difícil que acaben siendo cuadros porque el número de imágenes que soy capaz de llevar hasta el final, debido a lo arduo del proceso, es muy reducido.
¿Trabaja solo o tiene colaboradores? En el pasado, el tema de contar con ayudantes me provocó quebraderos de cabeza. En la vida lo que me hace disfrutar es crear obras de arte, no dirigir a otros para que las hagan. Me inclino por hacerlo todo yo mismo. Prefiero llevar una existencia sencilla, trabajar tranquilamente en la soledad de mi estudio y crear.
Y cuando está en el estudio ¿tiene algún ritual? Suelo escuchar música contemplativa como Debussy, o ambiental como la que compone Brian Eno. Hay algo especial, casi sagrado, que brota entre mis pinturas y yo cuando estamos en ese espacio. Los ayudantes no harían más que generarme frustraciones y complicarme la vida.
Usted sostiene que “el mundo sería un lugar mejor si tuviera una perspectiva femenina”. Al echar la vista atrás para reflexionar sobre el devenir de la civilización occidental, se constata que el patriarcado ha sido causa de sufrimientos y conflictos. Ha sido la dinámica masculina la que ha empujado a nuestra sociedad a poner el dinero y los beneficios empresariales por encima de los seres humanos. Ha permitido que la Tierra sea vista únicamente como una mercancía para ser explotada. La perspectiva femenina ve las cosas de una manera distinta. Considera la Tierra y a todos sus habitantes como entidades a las que venerar y proteger. Piensa que los individuos son más importantes que el implacable avance del capitalismo y la competencia. Es mi esperanza, que expreso tal vez indirectamente en mi trabajo, que la divinidad femenina vuelva a despertar.