Al conversar con Marianne Rosenberg, uno se sumerge en el universo fascinante de principios del siglo XX, en el que artistas y marchantes estaban fundando una nueva manera de crear, de ver y de coleccionar arte. La mayoría hemos conocido aquella apasionante época a través de los libros, experimentando incluso la “nostalgia de lo no vivido”, mientras que ella ha tenido la fortuna de nacer y crecer en ese mundo cuasi mítico. Su bisabuelo, Alexandre Rosenberg, empezó comprando obras de Paul Cézanne, Edouard Manet, Vincent van Gogh y los impresionistas. Siguiendo sus pasos, sus dos hijos fundaron sus propias galerías en París. El abuelo de Marianne, Paul abrió la suya en 1908, en la calle La Boétie 21 donde representó a las más rutilantes estrellas de la vanguardia como Picasso, Braque, o Matisse. El padre de Marianne, Alexandre P. Rosenberg, se unió al negocio para continuar el legado de su progenitor como comerciante y coleccionista, y se convirtió en el presidente fundador de la Art Dealers Association of America en 1962. Marianne Rosenberg es el último eslabón de esta saga legendaria siendo la primera mujer al frente de esta firma con sede en un distinguido local en la zona alta de Manhattan. La galerista neoyorkina cruzará el charco este mes para participar como expositora en BRAFA, la emblemática feria de Bruselas. Marga Perera. Foto: Eva Sakellarides