“Este confinamiento nos está convirtiendo en los grandes observadores de lo que somos” manifiesta la artista y escenógrafa Mar Solís (Madrid, 1967) que está aprovechando el aislamiento para redactar su tesis doctoral que investiga las fascinantes conexiones entre el arte y la ciencia, en particular, la interpretación del espacio en base a los novedosos hallazgos de la física teórica. Solís ha celebrado treinta exposiciones individuales dentro y fuera de España, como La línea, la curva, la elipse (IVAM) o The Tale of Unknowing Island (Frost Art Museum, Miami), recibiendo galardones como la Beca Velázquez, la Beca Delfina Foundation (Londres), o el Premio Ojo Crítico de RNE. En el horizonte próximo está la reapertura de su exposición Fúrico. Materia antimateria en el Centro de Arte de Alcobendas, suspendida por la cuarentena, así como una muestra en Puxagallery que le permitirá reencontrarse con su público a finales de julio.
¿Cómo está viviendo esta crisis? En estado de alerta, por las noticias que llegan de fuera (todo llega de fuera, hasta que te paras y observas), tomo conciencia de nuestra fragilidad. Veo y leo las noticias por la mañana y el resto del día escucho música o estoy en silencio, que inquieta pero sana, y te hace cómplice de lo invisible en esta distancia densa, que algunas veces nos conecta con los demás, pero siempre termina conectando con nosotros. Estoy acostumbrada a estar en la soledad del taller, concentrada en mi trabajo. La dedicación al arte es muy introspectiva, empleo el tiempo en ordenar mis ideas, bocetar, dibujar mucho y sobre todo leer. Vivimos momentos inciertos y a la vez reflexivos. Esta crisis la llevo evidentemente con preocupación, pero sobre todo con aquietada observación. Esta nueva realidad, pone en un brete todo lo que hemos construido hasta ahora, nuestra salud física, económica, emocional, hacia un nuevo planteamiento vivencial. Ahora mismo las pérdidas se interpretan por cuantías emocionales, no nos podemos permitir la verdadera suma de lo que va a suponer tanto desgaste. Por eso creo, que este confinamiento nos está convirtiendo en los grandes observadores de lo que somos, y como nos relacionamos con el mundo.
¿En que ocupa su tiempo durante estos días de confinamiento? Estos días estoy aprovechando para escribir mi tesis, leer y releer algunos de los interesantes libros que me acompañan en su construcción. Me lo estoy tomando como “la gran obra”, cada día me interesa más, me produce más curiosidad, enseña y perfila mis ideas para próximos proyectos y exposiciones. Es una etapa tejida entre Arte y Ciencia, estoy sumergida en la interpretación sobre el nuevo espacio desde la nueva física, el estudio del espacio-tiempo, del micro y el macro universo, mecánica cuántica, teoría de cuerdas, norma y azar, todo me interesa para la ideación de metáforas y analogías con las que traduzco estas cuestiones difíciles de comprender: el espacio y el tiempo como escenario cósmico universal, en el que se representaban los sucesos del universo. Algunos de los libros: El tejido del cosmos. Espacio, tiempo y la textura de la realidad de Brian Greene, Cuántica. Tu futuro en juego de José Ignacio Latorre, El descubrimiento de Higgs de Lisa Randall, La gravedad cuántica. La desaparición del espacio y el tiempo de Pedro Naranjo.
¿Cree que esta experiencia tendrá reflejo en su obra de alguna forma? Inauguré la exposición Fúrico. Materia Antimateria dos semanas antes del cierre de todos los museos, en el Centro de Arte Alcobendas que ahora han prorrogado hasta mediados de septiembre, es una exposición museística sobre mi último trabajo sobre esta materia, el estudio sobre estas cualidades de la nueva física y en estos momentos estoy más centrada en bocetos y dibujos sobre lo que estaba trabajando antes del encierro. Los materiales que me dio tiempo a coger de mi taller fueron alambre, unos cuantos alicates y una carpeta con distintos papeles. Estoy leyendo y mi mente funciona al compás de mi lectura, sigo investigando en la misma línea en la que estoy construyendo mi tesis, pero desde esta nueva perspectiva del Gran Observador que me permite el momento actual, será inevitable que esta circunstancia deje huella en mi obra. El arte siempre tiene algo de autobiográfico. El acto creativo está adherido al emocional, lo interesante, es sorprenderse en el proceso. A finales de julio expongo en Puxagallery, ahí veremos las consecuencias artísticas de estos días.
¿Cuál sería el primer museo que le gustaría volver a visitar en cuanto sea posible? Cuando salga de este encierro quiero ir caminando, sin ninguna prisa al Prado, y pasearlo un largo rato a la deriva y en cuanto pueda me voy a Bilbao, que tengo ganas de volver a ver la exposición de Olafur Eliasson en el Guggenheim y sobre todo, tomarme unos pinchos con mis queridos amigos.