El Musée d’art moderne de Céret, un pequeño paraíso en pleno Pirineo convertido en mítico por los artistas de las vanguardias, acoge hasta el 30 de octubre la exposición Maillol, Frère y Pons. Una Arcadia catalana, comisariada por Antoinette Le Normand-Romain y Nathalie Gallissot. “Es una muestra muy completa sobre Aristide Maillol (1861-1944) y la historia de la amistad de los tres artistas, Maillol, Frère y Pons –explica Nathalie Gallissot, directora del Museo– y cuenta con dos préstamos excepcionales: La Montagne, cedido por el jardín de Les Tuileries, del Museo del Louvre, y La Mediterranée, que viene del Museo d’Orsay”. Son dos esculturas monumentales, alegorías del amor de Maillol a su tierra y a la naturaleza, que desvelan el estrecho vínculo que el escultor mantuvo a lo largo de su vida con su tierra, concretamente con su pueblo natal, Banyuls de la Marenda, donde desde París volvía cada invierno para trabajar en su casa en plena naturaleza.
La belleza, la rotundidad y la atemporalidad de La Montagne realmente impresionan. “La modelo fue mi madre, Dina Vierny –explica Olivier Lorquin, director de los museos Maillol de Banyuls y de París– se conocieron cuando ella tenía 15 años y Maillol era ya muy mayor y su relación fue como de padre e hija”. Otra pieza esencial es La Mediterranée [en imagen] una obra que cuando André Gide la vio en 1905, dijo “es bella, no significa nada, es una obra silenciosa”. “La aportación de Maillol al arte contemporáneo es realmente no explicar nada, mostrar solamente la belleza y la plenitud; eso es lo que le diferencia mucho de Rodin, de una generación anterior, que quería expresar los sentimientos y las pasiones. Es por eso que podemos considerar que Maillol es uno de los precursores del arte moderno”, dice Nathalie Gallissot. Maillol hizo un viaje a Grecia en 1908 y dijo que iba no para ver Grecia sino para ver estatuas delante del mar. “Banyuls y sus bailes, como la sardana, le recordaban a Grecia y las danzas griegas; comparaba constantemente Grecia con su tierra catalana, por eso hemos nombrado la exposición La Arcadia catalana”, explica Gallissot. La exposición ilustra la amistad profunda de Maillol con su discípulo Henri Frère, autor del libro de recuerdos Conversations de Maillol (1956), y con el poeta Josep Sebastià Pons; los tres artistas forman una tríada apasionada por el arte, la poesía y la naturaleza catalana, su Arcadia, la tierra mítica y bucólica, símbolo de la vida natural, donde todo era paz, armonía y plenitud.