La Edad de Oro de la pintura española comenzó a finales del siglo XVI y floreció durante el XVII. Al tiempo que los Países Bajos se rebelaban contra el dominio español, España desarrollaba su propia impronta artística. La extraordinaria riqueza del país, amasada durante la fiebre del oro del período colonial –cuando era ‘el Imperio donde no se ponía el sol’- se tradujo en abundantes encargos pictóricos para el rey, las iglesias y los mecenas privados. Maestros españoles del Hermitage: El mundo de El Greco, Ribera, Zurbarán, Velázquez, Murillo y Goya, lleva a la capital holandesa más de sesenta pinturas icónicas, entre ellas, Los Apóstoles Pedro y Pablo de El Greco, Retrato del conde-duque de Olivares de Velázquez, la Inmaculada Concepción de Murillo y el Retrato de la actriz Antonia Zárate de Goya [en imagen], además de trabajos de discípulos y pintores de la época moderna, como Picasso. En conjunto relatan la historia del ascenso y gloria del arte español en el Siglo de Oro, cuya influencia se dejaría notar también en los tiempos modernos.