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    Maestras: sororidad contra el silencio

    Maestras recorre el camino de emancipación de las mujeres desde finales del siglo XVI hasta comienzos del XX a través de más de un centenar de obras que nos ofrecen una historia del arte a través de una perspectiva feminista”, explica la comisaria Rocío de la Villa sobre su proyecto expositivo para el Museo Thyssen-Bornemisza que celebra las contribuciones de talentosas féminas, célebres en su tiempo, a través de un centenar de piezas entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y textiles. La muestra, abierta hasta el 4 de febrero, presenta a mujeres cultas, cosmopolitas y comprometidas que recibieron los más altos reconocimientos simbólicos, teóricos y materiales, y que fueron como modelos de talento, profesionalidad e independencia.

    La primera sección introduce el concepto de sororidad, explicando que, en la Italia del siglo XVII artistas respaldadas por virtuosas mecenas representaron en pinturas de historia figuras mitológicas, heroínas bíblicas y personajes históricos a través de las que evidencian el silencio impuesto y su exclusión por el discurso patriarcal, que degrada a estas heroínas en historias tergiversadas y pinturas eróticas ofensivas. Un salto en el tiempo nos traslada a la época racionalista en el que comienza un periodo de esplendor artístico para las pioneras del bodegón y de la ilustración botánica. La Ilustración es el tiempo del despertar de las mujeres como ciudadanas en la historia feminista. Ya antes de la caída del absolutismo en Francia, reinas, nobles y salonnières respaldan a las artistas, erigiéndolas como académicas. Pintoras como Élisabeth Vigée-Le Brun [autora de la pintura que ocupa nuestra portada], Adélaïde Labille-Guiard, Angelica Kauffmann, y escultoras como Marie-Anne Collot y Anne Seymour Damer, destacan en el género del retrato.

    En el siglo XIX, surge el arquetipo de la mujer como “ángel del hogar” para frenar su emancipación, tema al que se oponen pintoras y escultoras de diferentes generaciones, estados civiles y estilos artísticos, innovando e invirtiendo los viejos modelos. Frente a la mistificación de la maternidad y la abnegación de la madre ante el hijo varón, las pintoras Mary Cassatt, Elizabeth Nourse, Paula Modersohn-Becker y Tamara de Lempicka crean nuevas iconografías que muestran con ternura la dependencia absoluta del bebé. Pero también los tediosos cuidados, las cargas domésticas, en definitiva, la dureza anímica y material de la crianza son reflejados por Suzanne Valadon, la danesa Anna Ancher o la sevillana María Luisa Puiggener. En el siglo XX, al hilo del logro del sufragio femenino en los países occidentales, las artistas vanguardistas tejen redes y siguen mostrando la sororidad con nuevos lenguajes artísticos. En el palco de Helene Funke, confirma la consciencia de una tradición artística femenina, que continúa en Jacqueline Marval, Camille Claudel, Marie Laurencin, María Blanchard y Natalia Goncharova. Las modernas Sonia Delaunay y Alice Bailly, entre otras, proponen a través de la pintura-tejido-moda una nueva concepción del arte y su inserción en la vida cotidiana. Y escenas populares, como las Verbenas de Maruja Mallo, reflejan la alegría de las ciudadanas tras la conquista del espacio público. [Berthe Morisot, Las hermanas. National Gallery of Art, Washington]

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