Jan van Eyck, el pintor favorito de la corte de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, es célebre por su virtuosismo en el uso de la pintura al óleo y su habilidad para combinar naturalismo y realismo con colores brillantes. Además, fue uno de los primeros creadores del norte de los Alpes en firmar y fechar sus obras. A principios del siglo XV, era muy raro que un pintor -que entonces todavía se consideraba un mero artesano- tuviera su propio lema, algo reservado para la nobleza. Van Eyck eligió como divisa AΛΣ – IXH – XAN, una frase que significa «lo mejor que pude» o «lo mejor que pude, no lo que hubiera deseado”, aludiendo a la modesta apreciación que hacía de su trabajo. Esta muestra exhibe tres de las veinte obras que se conservan del pintor, entre ellas, la Madonna de la fuente [en imagen] pintada en 1439, dos años antes de su muerte.