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    Liu Bolin, el camaleón humano

    «He proyectado mi visión de la sociedad y del mundo entero en mis obras», asegura Liu Bolin (Shandong, China, 1973), un artista que produce esculturas, instalaciones, pinturas y fotografías en las que critica los males de la globalización. El artista concibe estas acciones como una forma de «protesta silenciosa» ante injusticias sociales y políticas. El cuerpo pintado de Liu se desvanece en sus paisajes. «Desaparecer no es el objetivo principal de mi trabajo», dijo Liu, «sino sólo un método para trasladar un mensaje … Es mi forma de transmitir la ansiedad que siento por los seres humanos». El camaleónico creador chino viajó a España para realizar una performance en la galería Odalys de Madrid ocultándose entre una selección de revistas españolas (y debió de gustarle la nuestra porque incorporó hasta cuatro de nuestras portadas en su cuerpo). El resultado, así como imágenes emblemáticas  anteriores, puede descubrirse en la exposición Undercover abierta hasta el 20 de abril. [Detalle performance Galería Odalys]. Sofía Santos

    ¿Siempre quiso ser artista? Comencé a estudiar arte formalmente en 1985. En mi niñez había pocos juguetes con los que jugar, de hecho, teníamos que fabricarlos nosotros mismos. Eso me sirvió para desarrollar la habilidad manual, estimulando mi capacidad para modelar y mi visión tridimensional. Este proceso acabaría siendo de gran ayuda en el futuro. Tengo este bagaje, pero también admito que he perseguido mis sueños de una manera especialmente tenaz. Mi padre no quería que estudiara arte, así que rompió todos mis utensilios de pintura. Fue un golpe tremendo. A pesar de todo, no cejé en el empeño de convertirme en pintor. Nunca me planteé ser artista, porque no sabía en qué consistía pero el fuerte interés que sentía por el arte me alentó a seguir estudiando. Y a base de insistir, mi sueño acabó por hacerse realidad.

    Se formó como escultor, ¿cómo surge la idea de mimetizarse con el entorno? Estudié escultura desde la licenciatura hasta la especialidad. Durante mi etapa de estudiante, sentía que vivía en una torre de marfil. Incluso cuando me convertí en profesor, después de graduarme, todavía no entendía del todo la sociedad en que me había tocado vivir. Cuando después de acabar mi máster me reintegré a la sociedad seguí experimentando durante años la extraña sensación de no acabar de encontrar mi sitio. No tenía ahorros, no tenía familia propia ni tampoco carrera.

    ¿Se sentía invisible? Más bien me sentía alguien superfluo para la sociedad. Así que esa sensación motivó mi deseo de ocultarme. Mi barrio de Suojiafen, que estaba lleno de talleres de artistas, fue demolido por la fuerza por el gobierno el 16 de noviembre de 2005, eso significó el fin de mis sueños. No me quedaba nada más que mi cuerpo. Así que lo utilicé para protestar. No tenía sentido manifestar mi disgusto usando la piedra, el hierro o alguno de estos materiales tradicionales.

    La serie Escondido en la ciudad le ha dado fama mundial. ¿Cuáles han sido los proyectos más singulares? Han transcurrido doce años desde que la empecé, y aún sigo trabajando en ella. Si me pregunta cuáles considero las obras más significativas, diría que las que hice para el magazine francés Charlie Hebdo en el mes de marzo de hace dos años. Apenas dos meses antes, el 7 de enero de 2015, este semanario humorístico había sufrido un ataque terrorista [en el que fallecieron doce personas]. El suceso conmocionó a Francia y al mundo entero. Yo llegué a París justo después e invité a los supervivientes del atentado y a los socios de la revista a participar en mi sesión de fotos. Rodamos en un espacio ultrasecreto con fuertes medidas de seguridad. Tardamos cinco días en terminar. Había un guardaespaldas armado para proteger a las 17 personas que intervenían en la realización de la obra. Así que este incidente fue, al mismo tiempo, una gran conmoción, y una de mis experiencias más memorables.

    Concibe el arte como una experiencia que trasciende el aspecto puramente estético poniendo el foco en problemas sociales o injusticias. ¿Se ve como un artista político? Inicie Escondido en la ciudad en 2005, y en la serie hay varias obras en las que planteo una reflexión sobre el desarrollo que está viviendo China. Algunas de estas imágenes aluden a demoliciones y a eslóganes sobre la expansión urbanística desenfrenada. Otras abordan la seguridad alimentaria, la contaminación medioambiental o la desaparición de zonas verdes, entre otros temas; todos son asuntos candentes relacionados con la modernización de mi país. Lo que más me preocupan son los problemas derivados del desarrollo humano. ¿Son cuestiones políticas? Creo que no sólo, sino también ejemplos del conflicto que existe entre nuestro progreso y el medio ambiente. Quiero esconderme de la humanidad que ha creado la civilización, los paisajes y las imágenes abstractas. Expreso la relación problemática que hay entre los seres humanos y lo creado por el hombre. La política es uno de los factores pero no el único. Mis obras intentan transmitir la preocupación que siento por la especie humana.

    Expone regularmente en Europa y Estados Unidos pero ¿cómo es percibida su obra en China? Comencé a exponer en el extranjero en 2006, hace ya una década. Mis obras reciben una buena promoción a través de Internet tanto en China como fuera. De hecho, algunos medios de comunicación chinos también me han entrevistado. La gente en la esfera virtual suele estar más interesada en ver mis imágenes como si fueran un juego, una especie de puzzle. No les importa qué motivos me llevaron a camuflarme, y en general, me temo que ése es el acercamiento que tienen a mi trabajo. Pero también detecto que han empezado a preguntarse por qué elegí expresarme de esta manera.

    ¿Cómo afecta la vertiginosa transformación que está experimentando China a su escena artística? El arte no es ajeno al proceso de desarrollo. La actitud de sus creadores es bastante similar a la del chino común. El artista actual bebe del pensamiento artístico y filosófico occidental, al tiempo que se está replanteando su propio rol. Vivimos en una era inteligente y estamos conectados a una red global y los artistas chinos están abriendo nuevas sendas y aportando perspectivas novedosas sobre nuestros problemas sociales.

    Su primer contacto con España fue en 2009 y este mes vuelve a exponer en la Galería Odalys de Madrid Es cierto que no es la primera vez que mis obras se exhiben en España, pero nunca antes había visitado el país para hacer una exposición individual. Venir a Madrid para mi proyecto en la galería Odalys me ha llenado de energía e ilusión. He realizado una performance en la que me mimetizo sobre una selección de revistas españolas. Comencé a camuflarme entre magazines de diferentes países en 2011. Desde entonces me he escondido entre publicaciones de épocas, idiomas y temáticas diferentes. No he tomado ninguna foto en España, así que quise compensar esta ausencia escondiéndome entre las portadas de sus magazines. También uso las revistas como recordatorio, pues sus páginas documentan la situación de los seres humanos en un momento concreto, y en sus portadas reflejan temas militares, sociales, humanitarios y geográficos. Tengo previsto hacer otra obra en el estadio del Atlético de Madrid. En el pasado fotografié las butacas rojas de la Scala de Milán, haciendo una combinación entre la estética del arte chino y el lujo de ese coliseo italiano. El color de los asientos en esta ocasión será azul, no rojo. Me encanta el fútbol y en esta obra quiero combinar la cultura futbolística con mis vivencias personales.

    ¿Cómo es el proceso de realización de las fotografías? El paso más importante es elegir el fondo. En él quiero que se refleje un conflicto entre el ocultar a la gente y el entorno. Así que invierto mucho tiempo en decidir el fondo, incluso hasta dos meses. Medito mi elección con sumo cuidado. Una vez me pongo en marcha, el proceso es sencillo, como mucho suelo emplear unas 7 u 8 horas. Si el fondo no es demasiado complicado, puedo acabar en 3 o 4 horas. Normalmente 2 o 3 personas me pintan mientras poso de pie justo delante del fondo. Tienen que pintar sobre mi cuerpo la parte del fondo sobre la que estoy camuflado. Además hay un fotógrafo que graba algunos vídeos sobre la performance. Cuando tenemos que salir fuera a rodar, entonces se nos une un conductor y una persona a cargo de la intendencia. En general, un equipo de 5 o 6 personas pueden ayudarme a terminar una obra.

    ¿Qué relación mantiene con la comunidad artística china? Tengo entendido que es vecino de Ai Weiwei Mi estudio está muy cerca del suyo, a menos de 1 km. La comunidad artística de Beijing suele gravitar en torno al Distrito 798 aunque hay muchos barrios de artistas. Hasta más de diez pueden llegar a concentrarse en un radio pequeño. Y conforme la ciudad sigue creciendo van apareciendo nuevos focos. Como todos los artistas compartimos un mismo sueño es fácil que nos sintamos camaradas que luchan en la misma trinchera.

    Liu

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