En la biografía del empresario Emil Georg Bührle (1890-1956) hay luces y sombras. El lado inquietante es el que le relaciona con la venta de armas a la Alemania nazi, mientras que su faceta más encomiable es la de mecenas. Entre 1951 y 1956, Bührle reunió un soberbio conjunto de pinturas que comprendía más de 600 obras, fundamentalmente de impresionistas franceses, su debilidad. Para esta exposición se han escogido medio centenar de piezas que permiten calibrar la envergadura de esta colección privada en la que están presentes los grandes impresionistas (Manet, Monet, Pissarro, Degas, Renoir y Sisley) y post-impresionistas (Cézanne, Gauguin, Van Gogh y Toulouse-Lautrec), junto con movimientos de principios del siglo XX como los Nabis (Bonnard y Vuillard), los Fauves (Braque, Derain y Vlaminck), la Escuela de París (Modigliani) y, por último, Picasso. [La pequeña Irène, 1880, Auguste Renoir]