El empresario Joan-Artur Roura i Comas (Barcelona, 1944) es un coleccionista ecléctico, aunque él no se considera exactamente coleccionista, sino más bien amante y protector del arte. A los 20 años adquirió su primer cuadro con el dinero que su padre le había dado para comprarse un coche, y hoy uno de sus objetivos es recuperar piezas históricas del arte catalán que aparecen en el mercado nacional e internacional. Desveló parte de su colección, concretamente de bodegones, en el Museu Can Framis de la Fundació Vila Casas, en una exposición dentro del ciclo El arte de coleccionar comisariado por Daniel Giralt-Miracle. [Foto: Laura Gómez Lerena].
¿Cómo está viviendo esta crisis? Dentro de la experiencia del tiempo, diría que nos encontramos ante un episodio sin precedentes. Describiría esta situación actual como una “plaga bíblica” que tendremos que vencer “anímicamente”, con grandes dosis de humanidad y coraje con el objetivo de crear un futuro mejor.
¿En qué ocupa su tiempo durante estos días de confinamiento? Siempre recordando en positivo “la Cultura”, evocando algunas de las últimas exposiciones visitadas, como la feria FAMA de Barcelona, reducida en expositores, aunque con selección y dignidad; TEFAF Maastricht, breve a resultas de las obvias circunstancias, agradeciendo la participación de nuestros más próximos y considerados anticuarios-galeristas, Artur Ramon Art, Mayoral, Deborah Elvira, Caylus, Nicolás Cortés y López de Aragón. Y aconsejando visitar también el Kunstmuseum de La Haya, donde pude visitar la exposición temporal Breitner versus Israels, muy instructiva.
¿Qué lecturas, películas o música le ayudan a sobrellevar la situación? Son momentos óptimos para releer a los clásicos.
¿Qué impacto cree que tendrá esta crisis en nuestro mercado del arte? Esta crisis de oferta y demanda provocará una parálisis “global”.
¿Cuál sería el primer museo que le gustaría volver a visitar en cuanto sea posible? El Museu Episcopal de Vic, con su espléndida exposición Nord & Sud, y el MNAC de Barcelona.