Igor Yebra debutó como profesional en el Ballet de Víctor Ullate para luego emprender su carrera en solitario en el Australian Ballet, primera de las muchas compañías internacionales con las que ha colaborado a lo largo de su dilatada trayectoria. Ha sido Bailarín Estrella del Ballet de la Ópera de Burdeos y Primer Bailarín invitado del Ballet de la Ópera de Roma. Ha sido también el único bailarín occidental hasta la fecha en representar a Iván el Terrible en el Kremlin ante seis mil personas. Entre sus últimos proyectos destaca una colaboración con el artista Quico Torres en la que hacen dialogar a la danza con la escultura. El bailarín bilbaíno, criado en una familia de artistas, confiesa que le hubiera encantado irse de correrías con Caravaggio o ver a Miguel Ángel en acción. Raquel García-Osuna
¿Recuerda su primera experiencia memorable con el arte? Me crié en una familia modesta pero en la que nunca faltó el arte: la música, la pintura, los libros… y la danza, que de todas las artes era la principal. Mi primera experiencia memorable fue, cómo no, ¡un espectáculo de baile!, eran los coros y danzas del ejército ruso cuando todavía eran parte de la Unión Soviética; el despliegue era impresionante y en mi imaginación de niño entre la orquesta, el coro y los bailarines, tenía la sensación de que había centenares de personas sobre el escenario; los soldados con sus increíbles uniformes y los bailarines con un vestuario esmerado y colorista, además de las banderas inmensas que tenían un papel imprescindible en la función; era la gran propaganda comunista pero, sobre todo, el alma del pueblo ruso bailando y cantando.
¿Qué maestro del pasado le hubiera gustado conocer, y qué le preguntaría? Me hubiera encantado irme de correrías y tabernas con Caravaggio, aunque los duelos se los habría dejado a él; ver a escondidas a Miguel Ángel trabajando en la Capilla Sixtina, escuchar a Rodin mientras paseaba con Rilke, tomarme un café en París con Giacometti y así hasta el infinito. A todos les preguntaría lo mismo: ¿qué era para ellos el arte? Prefiero no conocer personalmente a la gente a la que admiro porque temo sentirme decepcionado por el lado humano y que eso afecte a mi admiración por su obra.
Un museo o lugar que le inspire de forma particular. Siendo bilbaíno lo fácil sería decir el Guggenheim, pero no, aunque haya tenido la fortuna de bailar en su atrio y poder mezclarme con esas formas tan bellas, para mi es el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Todavía recuerdo, de niño, que podías perderte por los pasillos entre sus piezas mientras el silencio y la soledad eran casi absolutas. No hay nada más mágico que estar en un museo a solas con las obras y nuestros pensamientos, sin que nada ni nadie nos moleste.
Un encuentro o una personalidad que le haya dejado huella. He tenido la suerte de trabajar con creadores increíbles a los que admiraba como Shirley MacLaine, Mstislav Rostropovich, Ricardo Mutti, Maya Plisetskaya o Antonio Gala, entre otros, pero del ámbito pictórico hubo alguien que me marcó: Frederic Amat. En mi etapa en el Ballet de Madrid se encargó de diseñar el vestuario y la escenografía del Amor Brujo. Yo tendría unos veinte años y ver esa mente en acción me pareció fascinante. Él me descubrió el arte moderno y a Lorca, si a eso le unimos el poder formar parte de un cuadro… porque al final eso éramos los bailarines. He bailado en diferentes ballets con escenografía y vestuario de Picasso y al verlos desde fuera uno se da cuenta de lo afortunado que es al formar parte de una idea y un sueño.
¿Qué famosa obra de arte se llevaría a su casa? Pienso que las obras de arte deben estar al alcance del máximo número de personas posible y no ser solo para el disfrute de unos pocos privilegiados. Yo vengo del mundo escénico y no hay mayor placer que actuar y compartir con el público. Imaginemos que tuviera el dinero suficiente, lo que es mucho imaginar porque me hubiera tenido que dedicar a otra profesión (¡y eso sí que no!), me llevaría a mi casa cualquier escultura de Rodin pero en especial Fugit Amor.
¿Qué obra icónica le hubiera gustado crear? El Grito de Munch. No creo que cuando la creó sospechara lo que llegaría a significar para tanta gente.
Un creador que le haga soñar o por el que sienta una afinidad especial. Banksy me hace pensar. Percibo en su trabajo una crítica social muy necesaria en estos momentos, si a eso le añadimos el misterio que rodea su obra y su figura casi parece un superhéroe del arte, quizás es el Batman que necesitamos, alguien que nos defienda del dinero, del poder, de las guerras y a veces hasta de la tecnología; y que esto lo haga desde el anonimato y sólo usando sprays, colores e imaginación, lo convierte en alguien que me hace soñar ¡y creer todavía en el mundo del arte!
Un descubrimiento excitante. Mikalojus Konstantinas Ciurlonis. He trabajado mucho en Lituania y en una de mis visitas me propusieron crear algo con una música de un compositor lituano que también era pintor. Me pareció tan original que enseguida me puse a indagar sobre él. Además de encontrar piezas musicales muy interesantes para la danza, descubrí un pintor que me asombró. El único día de descanso que yo tenía en Vilnius abrieron sólo para mi su museo en Kaunas, antes de inaugurarlo.
Una obra que tenga un significado personal especial. El Cristo de Velázquez. Significó mucho para mí cuando tuve que interpretar a Jesucristo en Laudes Evangelis con coreografía de Leonidas Massine. Este ballet solo se ha puesto dos veces en escena, yo tuve la fortuna de ser el elegido la segunda vez, en el Jubileo del 2000 en Verona.
¿Qué creador reivindicaría que el gran público aún debe descubrir? Mi hermano, mi madre y mi abuelo han pintado toda su vida, aunque la especialidad de mi hermano es el grabado. Al referirme a ellos estoy pensando en tantos artistas anónimos que no han tenido la suerte o la ambición suficiente para ser reconocidos como merecían. A lo largo de mi carrera he conocido magníficos bailarines totalmente desconocidos por el gran público y eso sucede en todos los campos del arte.
¿Qué es la danza para usted? La más grande de las bellas artes porque nace y muere en un mismo instante y porque compendia todas las demás: el bailarín relata una historia, como la literatura, crea movimientos en el espacio como un pintor, y esculpe con su cuerpo figuras imposibles, y todo ello a través de la música.