Mack es uno de los escultores alemanes fundamentales de la posguerra, cofundador del Grupo Zero de Düsseldorf, en 1957. El término Zero no tenía un mensaje subliminal irónico o nihilista, sino que fue escogido por sus connotaciones de silencio y pureza. Las placas de aluminio repujadas de la pieza que se licita en marzo en la sala Dorotheum de Viena –valorada entre 70.000 y 90.000 euros- reflejan la luz con refracciones inducidas y brillantes superficies pulidas para disolver los elementos estructurales en el ojo humano. Con sus relieves Heinz Mack nos invita a entrar en una dimensión solo perceptible visualmente: «Tome uno de mis relieves de metal labrados y pulidos. Si el relieve es adecuadamente iluminado, entonces un reflejo de luz cruzará su superficie. Parpadeará espacialmente por encima de la placa de metal. Puede ser sólo unos pocos milímetros. Planea sobre él y vibra con dulzura. A este momento de inmaterialidad, es a lo que yo llamo: ‘belleza’.