“El artista retó a la naturaleza, y la naturaleza le devuelve el reto.” Son palabras de Sara Weyns, directora de Middelheim, el museo de esculturas al aire libre de Amberes (Bélgica), y uno de los más bellos de la tierra. El antecesor en el cargo, Menno Meewis, encargó en 1993 una gran pieza a Richard Deacon (Bangor, Gales, 1949). Entonces, el artista británico se había hecho un nombre, tras ganar en 1987 el Premio Turner; hoy es uno de los escultores más consagrado del arte contemporáneo. El resultado de aquel encargo fue Never Mind, una enorme escultura laminada en madera de tres metros de altura y más de siete de anchura, y uno de los reclamos del Museo de Middelheim. Con el paso de las décadas, el agua de la lluvia fue penetrando en la estructura, deformando las láminas. Fue así como, más de veinte años después, Weyns inició una fructífera conversación con Deacon. “Si en los años ochenta y noventa, animamos a los artistas a que tomaran riesgos, ¿por qué no vamos a seguir permitiéndolo ahora?”, pregunta la directora. Imponente, Never Mind se levanta ahora en Middelheim, resultado del diálogo entre la directora y el artista. La obra ha sido ‘refabricada’ y aparece revestida de acero inoxidable, en lugar de la madera original. ¿Qué significa una obra de arte? ¿Es la forma? ¿O el concepto? Precisamente, son algunas de las preguntas que dan sentido a la trayectoria artística de Deacon. Never Mind es la pieza central de Some Time, la nueva exposición que presenta el Museo de Middelheim hasta finales de septiembre.