En un momento en que el conceptualismo dominaba la escena artística neoyorquina, la obra de Keith Haring, con su defensa del «arte para todos», irrumpió como un soplo de aire fresco. Con él la cultura urbana abandonó la periferia y entró no sólo en la vanguardia, sino también en el mercado. «El arte es vida. Y la vida es arte» escribió Haring que, en el Nueva York de los años 80, era una figura omnipresente: en las paredes del metro, en camisetas, en posters y hasta en la ropa de estrellas del rock como Madonna y Grace Jones. El museo BOZAR de Bruselas acoge hasta el mes de abril una ambiciosa retrospectiva que redescubre la vida, la obra y el activismo de este carismático artista. [Keith Haring, enero 1982 © Joseph Szkodzinski 2019]
