Jacques Léonard (París, 1909 – L’Escala, Girona, 1994) tenía 43 años cuando se instaló de manera definitiva en Barcelona para dedicarse profesionalmente a la fotografía. Hijo de un tratante de caballos, parece ser de origen gitano, y de la dueña de una casa de costura de París, pronto se inició en el mundo del cine. En 1940 viajó a España buscando localizaciones para una película sobre Cristóbal Colón, que no se llegó a rodar debido a la guerra en Europa. En 1949 se trasladó a Barcelona con el empresario teatral Arthur Kaps, de quien se convirtió en su mano derecha. Después de una gira por el mundo, rechazó la propuesta de ir a Estados Unidos y en 1952 se estableció en Barcelona donde se enamoró de Rosario Amaya, una gitana que trabajaba como modelo de artistas. Se casó con ella y comenzó su actividad como fotógrafo freelance. Francesc Català-Roca le proporcionó contactos y colaboró con diferentes medios: La Vanguardia, La Gaceta Ilustrada, Pomezia, publicación del Obispado de Barcelona, Sant Jordi, revista de la Diputación de Barcelona, y montó su propio laboratorio dedicado a fotografía publicitaria. Su mirada, no exenta de romanticismo, era histórica y contemporánea e inventarió fotográficamente todos los aspectos que consideraba esenciales para explicar al gran público qué es la cultura gitana. En 1975, por problemas de salud dejó la fotografía, dedicándose a trabajar en el proyecto de un libro sobre la cultura gitana, Les quatre fers en l’aire, que no llegó a publicarse a pesar del interés inicial de la editorial Plon de París, especializada en etnología. En 1991, con la salud muy agravada se trasladó a L’Escala, donde falleció en 1994. En 2009, el Archivo Fotográfico de Barcelona formalizó el ingreso de lo que restaba del fondo de Jacques Léonard, unos 18.000 negativos, conservado por sus dos hijos. La recuperación y difusión de la obra de este fotógrafo puso al descubierto una narración desconocida sobre una de las periferias territoriales y culturales de Barcelona: los gitanos de las barracas de Montjuïc. Posiblemente se trata del fondo fotográfico conservado más importante sobre los gitanos de Barcelona de los años 50 y 60, una contribución fundamental a la memoria histórica y social, que ahora muestra la Fundació Vila Casas en el Palau Solterra de Torroella de Montgrí hasta el 21 de mayo.