La historia del Impresionismo se puede contar a través de la paleta que sus protagonistas usaron en las diferentes etapas de sus carreras. Desde los negros profundos de Manet, fruto de su admiración por la pintura española, pasando por los paisajes verdes y azules que Cézanne y Monet pintaban al aire libre, hasta los suaves rosados de las figuras femeninas clásicas de Renoir, esta exposición resalta la importancia del color en la transformación radical de la pintura auspiciada por los impresionistas en el siglo XIX. Para desarrollar este planteamiento se han reunido más de 60 obras maestras cedidas por el Museo de Orsay, entre las que destacan trabajos icónicos de Monet, Renoir, Manet, Pissarro y Cézanne. [Auguste Renoir, Gabrielle con una rosa]