“Fue en muchos sentidos el primer artista moderno, el primero que procedió no por evolución sino por revolución”, escribió sobre Caravaggio el pintor y crítico inglés Roger Fry en 1905. La carrera de Michelangelo Merisi (1571-1610), uno de los pintores más fascinantes del Barroco, encarnación del antihéroe, del artista maldito, duró menos de 20 años y en el transcurso de ella produjo alrededor de 90 lienzos con un enorme impacto en la historia del arte. Bajo el título Caravaggio 2025, el Palazzo Barberini de Roma acoge uno de los proyectos expositivos más ambiciosos dedicados jamás al maestro. Se ha reunido un conjunto de 24 pinturas autógrafas o atribuidas, así como obras raramente expuestas, entre ellas algunos hallazgos, que trazan la fulgurante carrera que este artista desarrolló entre Milán, Roma y Nápoles. Se repasa desde su llegada a la Cittá Eterna (“sin dirección fija ni dinero”) hasta convertirse en su pintor más aclamado, sin obviar su miserable final cuando, tras matar a un compañero de juergas, Ranuccio Tomassoni, tuvo que exiliarse y pasar sus últimos años como un prófugo de la justicia. “Aún nos queda mucho por saber de Caravaggio. No hemos localizado todas las pinturas de las que nos hablan las fuentes, y todavía hay lagunas en su biografía, por ejemplo, en relación a sus inicios. Para nosotros Caravaggio es un pintor que comenzó en Roma, pero seguramente llegó a la ciudad ya como un artista experimentado, que había practicado durante largo tiempo la pintura en Lombardía, aunque no tenemos obras de ese periodo”, ha declarado Francesca Cappelletti, directora de la Galleria Borghese, comisaria de esta exposición junto con Maria Cristina Terzaghi y Thomas Clement Salomon. La muestra se ha organizado cronológicamente para relatar todos los capítulos de su turbulenta biografía. Así, aborda sus inicios como colaborador en, al menos, dos talleres: el de Antiveduto Gramatica, donde hizo «figuras de medio cuerpo»; y el de Giuseppe Cesari, conocido como Cavaliere d’Arpino, en el que fue empleado «para pintar flores y frutas». El punto de inflexión llegaría en 1599 tras recibir su primer encargo público para pintar La vocación y El martirio de San Mateo para la capilla Contarelli de San Luigi dei Francesi en Roma. Su personalísimo estilo llamó la atención de mecenas como el cardenal Francesco Maria del Monte, el marqués Vincenzo Giustiniani, el cardenal Scipione Borghese y el noble Ciriaco Mattei. Pueden admirarse en esta exposición, entre otras, el Retrato de Maffeo Barberini, uno de sus primeros retratos, cuyo propietario, un coleccionista particular italiano, no había accedido hasta ahora a prestarlo a ninguna muestra pública; también cuelga el Ecce Homo descubierto en Madrid, que estuvo a punto de subastarse por 1.500 euros generando un revuelo mundial, que en los últimos meses ha podido verse en el Museo del Prado, y que retorna a Italia por primera vez en siglos; otros “invitados” ilustres son la Santa Catalina de Alejandría procedente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que en su día perteneció al cardenal Antonio Barberini; y Marta y María Magdalena cedido por el Detroit Art Institute. También se expone la que está considerada su última obra, El martirio de Santa Úrsula, hoy propiedad de la Banca Intesa Sanpaolo, que el artista completó poco antes de su muerte, a los 38 años, consumido por la malaria. Caravaggio 2025 no es solo un tributo a su genio, sino también una reflexión sobre su perenne influencia en el arte contemporáneo y en nuestro imaginario colectivo. [Caravaggio, Los jugadores de cartas ©Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas]. Hasta el 6 de julio. Palazzo Barberini. Roma. Barberinicorsini.org