‘Pierreuses’, prostitutas que ejercen clandestinamente en descampados, chicas ‘con tarjeta’ e ‘insumisas’ que ofrecen sus servicios en espacios públicos, ‘verseuses’, que fomentan el consumo de alcohol, empleadas por las cervecerías de mujeres, pensionistas de prostíbulos, cortesanas que reciben a sus admiradores en su lujoso palacete particular… En el siglo XIX, la prostitución adopta múltiples rostros. Este carácter inclasificable ha obsesionado a novelistas y poetas, dramaturgos y compositores, pintores y escultores. La mayoría de los artistas del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX recrearon los esplendores y miserias de la prostitución, que también se convirtió en un tema predilecto para los medios incipientes, como la fotografía y el cine. De la Olympia de Manet [en imagen] a Absenta o Ajenjo de Degas, de las incursiones en los prostíbulos de Toulouse-Lautrec y Munch, a las atrevidas figuras de Vlaminck, Van Dongen o Picasso, esta exposición destapa el protagonismo central que desempeñó este mundo turbio y oscuro, en el desarrollo de la pintura moderna.