Artista culto e imprescindible, de larga trayectoria labrada al compás de un diapasón marcado por la poesía. Viajero incansable, conocedor profundo de las culturas de oriente y occidente, Antón Lamazares es uno de los pintores que mejor representan la esencia de lo ancestral gallego y su conexión con el mundo. “Sin poesía no hay creación”, “sin color, no hay emoción, no hay pintura”, dice el artista gallego. La épica y la lírica de Antón Lamazares (Maceira, Lalín, 1954) nos trasladan al golpe del yunque, al sonido de tamborilero que previamente ha tensado el cuero de su pandero para expresar penas y alegrías caprichosamente solapadas entre romances, mitos y leyendas… Estos cuadros ahora expuestos, hechos a partir de material pobre (su sempiterno cartón) a lo largo de los cuatro últimos años, componen un repertorio cautivador de majestuosos monocromos, dulces y dolientes. Lamazares transforma la sencillez del soporte en excelso manuscrito grecorromano, en plancha de oro bizantina, en atardeceres purpúreos, en lápidas frías de blancos cartujanos, en baños de sangre y vino, tibios marrones franciscanos o azules insondables de una noche oscura.