En 2013, la investigadora Mª del Mar Doval Trueba dio a conocer en las páginas de Tendencias del Mercado del Arte … un cuadro inédito de El Greco perteneciente a una colección privada toledana (L. 102,7 x 77,7 cm.). A simple vista, era evidente su aproximación al círculo de El Greco cuyo estilo es bastante característico sin embargo, el tema no lo era tanto. Sujeto a una clientela religiosa, el pintor cretense repetía sus motivos con frecuencia. Este que nos ocupa es totalmente diferente: se trata de dos figuras femeninas, cubiertas con inmensos mantos, situadas sobre una base arquitectónica redondeada o “escalinata a la bramantesca” como lo define Marías.
Según Doval Trueba: ” Un recorrido por la abundante producción del artista afincado en Toledo permite constatar la existencia de, tan solo, un cuadro similar conservado en la Dumbarton Oaks Collection, Washington D.C.; se trata de una “Visitación” (L. 96 x 74,4 cm.) sobre la cual ha habido dudas de atribución, no descartando la participación del taller. La Virgen María acude a visitar a su prima Santa Isabel quien la recibe ante la puerta de su casa. La escena está tomada del evangelio de San Lucas. Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, en su tratado de pintura, insiste en la aparición de la puerta donde se abrazan las dos mujeres. En el cuadro de la colección americana este elemento iconográfico aparece muy claro detrás de Santa Isabel, no así en la versión toledana donde se aprecian tan sólo unos sutiles trazos blancos, los cuales denotan la mano de alguien muy avezado en el uso del pincel.”
Los cuadros se relacionan con la Capilla Oballe situada en la que fue iglesia de San Vicente Mártir. Isabel Oballe, quien hizo una pequeña fortuna en el Perú, quiso ser enterrada en dicha iglesia y crear una capilla así como una fundación para mantener a doncellas huérfanas de su familia. Para ello se creaba la capilla. Por distintos avatares, el encargo recayó en El Greco quien realizó la magnífica “Inmaculada Oballe” del Museo de la Santa Cruz (L. 348 x 174,5 cm.). También tenía que pintar un “San Pedro” y un “San Ildefonso”. De estos se conservan dos en dicho museo, atribuidos al taller de El Greco (“San Pedro” L. 235 x 115 cm.; “San Ildefonso” (L. 235 x 115 cm., Museo de la Santa Cruz, Toledo) , y otros dos en el Monasterio de El Escorial, de indiscutible autoría del maestro (“San Pedro” L. 209 x 106 cm.; “San Ildefonso” L. 219 x 105 cm. Patrimonio Nacional).
Doval Trueba explica que “el 13 de marzo de 1615, fallecido ya el artista cretense, su hijo Jorge Manuel solicita se le pague lo adeudado puesto que “el retablo está ya asentado” y la obra que su padre tenía que hacer, se encontraba acabada. De estas palabras se deduce que, el retablo, muy seguramente obra del hijo, estaba instalado, y con él pudo estar colgada la “Inmaculada”. De las palabras de Jorge Manuel parece desprenderse la idea de que los otros cuadros estaban terminados pero no colgaban de las paredes, todavía a falta del pago de los mismos. Dados estos problemas, no sería descabellado considerar la idea de que algún otro, posiblemente el propio Jorge Manuel, en previsión de lo que pudiera acontecer, pintara unas copias y se quedara con los originales. De esta manera, “San Pedro” y “San Ildefonso”, considerados del taller, pasarían a la capilla, posteriormente al retablo principal de la iglesia, para terminar en el Museo de la Santa Cruz. Mientras, los originales del maestro cretense podrían haberse presentado al rey, incluso como regalo, incrementando la presencia de El Greco en las Colecciones Reales donde ya se encontraban dos de sus grandes obras: “El martirio de San Mauricio” y “El sueño de Felipe II”. Por lo que se refiere a los cuadros que nos ocupan cuyo tema es la “Visitación”, no parece ser colgaran de las paredes de la Capilla. El formato, de menor tamaño que el resto del conjunto, favorecía la inclusión en un palacio toledano, pudiendo ser objeto de venta u otro regalo de compromiso. Desde una perspectiva compositiva El Greco nos vuelve a sorprender: dos grandes manchas de color con las cuales, dada la extraordinaria calidad del autor, adivinamos la presencia de mujeres que se encuentran y cuyo significado descubrimos gracias al elemento iconográfico de la puerta. El resto del lienzo, en ambos casos, se cubre de esas nubes tan características de El Greco. De esta manera, el espectador que entrara en la capilla tendría la sensación de un auténtico rompimiento de gloria.”
Gracias al acuerdo entre el Museo de El Greco en Toledo y los propietarios de la obra, el cuadro se puede contemplar, como pieza invitada de dicho museo, hasta el mes de marzo.