Luis de Morales (1510-1586) es uno de los pintores más originales del Renacimiento español. Trabajó entre Extremadura y Portugal, y fue un pintor muy prolífico que alcanzó la fama gracias a sus pequeñas tablas de temática religiosa, de una gran carga emocional. Con una marcada vocación comercial, adaptó a la clientela de la época un producto artístico y devocional que enlazaba con las tradiciones flamencas de finales del siglo XV y principios del XVI, matizadas por elementos italianizantes. Esas imágenes, sencillas en sus composiciones pero de una gran eficacia visual, entrañan un indudable verismo. Su capacidad para fijar un modelo iconográfico de devoción, que resultara real y al mismo tiempo conectado con lo sagrado, le valió el sobrenombre de el Divino. Su fama y éxito sólo serían igualados por El Greco.
La exposición que presenta el Museu Nacional d’Art de Catalunya, coorganizada con el Museo del Prado y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, supone la culminación de un exhaustivo estudio sobre el pintor y reúne 52 obras procedentes de diferentes museos, coleccionistas privados e instituciones religiosas. [La Virgen de la leche, 1565. Museo del Prado]