“Es el mejor Turner que he encontrado en muchos días” dijo el crítico y poeta John Ruskin en 1844 tras contemplar Ehrenbreitstein, una obra crucial del fértil período tardío del artista, que anoche alcanzó los 22 millones de euros en Sotheby’s. Este cuadro, creado originalmente para el editor John Pye, fue exhibido por primera vez en 1835, y representa la fortaleza arruinada de Ehrenbreitstein cerca de Coblenz -un lugar de especial significado para su autor. Llamado «el pintor de la luz», el estilo de Turner no sólo tuvo un impacto profundo en el arte británico, como precursor del impresionismo -Monet reconoció abiertamente su deuda con él- y, mucho más tarde, fue un referente para los movimientos expresionistas abstractos. Sus grandes obras se ofrecen con cuentagotas en el mercado y despiertan enorme interés: por ejemplo, en 2014, Roma, desde el Monte Aventino, pintado el mismo año que Ehrenbreitstein, se remató en 35 millones de euros, el precio más alto conseguido por un artista británico en subasta, situando a Turner junto a Rubens y Rafael como uno de los tres maestros más cotizados de la era preimpresionista. El área del Rhin, y especialmente la fortaleza de Ehrenbreitstein, tuvo una resonancia particular para el creador británico, que la visitó en varias ocasiones desde 1817 produciendo numerosas acuarelas y dibujos en sus cuadernos de apuntes. El título completo de este lienzo, Ehrenbreitstein o La brillante piedra del honor y la tumba de Marceau, refleja un pasaje del Canto III del poema épico de Lord Byron, Las peregrinaciones de Childe Harold. Turner compartió la sensibilidad romántica de Byron a quien profesó gran admiración. Ambos habían vivido el tumulto de las guerras revolucionarias francesas, y entendían el profundo significado de la paz que seguiría a la contienda. En su poema Byron proyecta en la fortaleza de Ehrenbreitstein su propia melancolía y desilusión por las consecuencias de esas guerras. Pero para Turner ese baluarte representaría algo más positivo: que la paz ha vencido a la guerra.