Cuando en 1922 Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón el mundo se sumió en una nueva ola de egiptomanía tras contemplar los bellos objetos desenterrados. Por sus depuradas líneas y refinada decoración, los bronces egipcios despertaron especial interés. La Colección Resandro, que licita Christie’s en Londres el 6 de diciembre, incluye ejemplos notables de escultura en bronce como una cabeza de gato, datada entre 664-630 a.C, de 12 cm de altura, valorada entre 25.000 y 35.000 euros. Las figuras de gatos ocupan un lugar preferente en este tipo de colecciones. Se inspiraban en el culto a Bastet, la diosa de la guerra con cabeza de gato, que también era la deidad protectora contra las enfermedades contagiosas y los espíritus malignos. Los egipcios probablemente fueron una de las primeras civilizaciones que domesticaron a los felinos, y los animales pronto fueron objeto de una popular veneración como consecuencia de su asociación con Bastet y su utilidad para el control de plagas.