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    La galería sentimental de Alicia Koplowitz

    Miguel Zugaza retoma el timón del Museo de Bellas Artes de Bilbao con una exposición dedicada a la colección Alicia Koplowitz-Grupo Omega Capital, uno de los fondos artísticos privados más notables de Europa cuya dimensión, sin embargo, ha permanecido inédita –salvo la reciente muestra en el Musée Jacquemart-André de París–. La muestra, abierta hasta el 23 de octubre y que cuenta con el patrocinio de Petronor, invita a través de sus 89 piezas a un sugestivo paseo por la historia del arte. Tomando como punto de partida la escultura grecolatina, esta colección pone de relieve un mayor interés por las épocas moderna y contemporánea y, sobre todo, por los siglos XVIII y XX. Temáticamente se aprecia una especial sensibilidad hacia la iconografía femenina, que se origina, precisamente, en la estatuaria de Afrodita y continúa, como hilo conductor, a lo largo de las diversas épocas y géneros artísticos. De este modo se entienden, entrando ya de lleno en el arte español de los siglos XVI y XVII, la pintura de corte de Juan Pantoja de la Cruz –Retrato de doña Ana de Velasco y Girón, duquesa de Braganza, con traje de corte– o las maternidades en clave religiosa de Luis de Morales –Virgen vestida de gitana con el Niño del aspa– y Francisco de Zurbarán –La Virgen con el Niño Jesús y san Juanito–. Dentro de la pintura del siglo XVII destaca también el género del bodegón, con el suntuoso Cestillo de flores de Juan de Arellano [en imagen]. En el siglo XVIII Goya adquiere protagonismo indiscutible con cuatro obras que muestran los variados intereses del genio aragonés: la escena de bandoleros Asalto a la diligencia, la mitológica Hércules y Ónfala, el delicado Retrato de la condesa de Haro y Maja y celestina al balcón, ejemplo del casticismo goyesco. Dentro de las primeras décadas de la vanguardia parisina el fauvista Kees van Dongen, Egon Schiele y Amedeo Mogliani mantienen la inclinación de la mecenas por la representación de la figura femenina.  Con casi cincuenta piezas, el siglo XX es otro de los núcleos esenciales y constituye la mitad de la selección de las obras de esta exposición. De ellas, más de un tercio se corresponde con artistas españoles de relevancia internacional. Sobresalen pinturas de Picasso –con dos óleos, un dibujo, y una pequeña escultura en metal pintado–, Juan Gris y Luis Fernández, que en parecidas fechas vivieron junto con los escultores Pablo Gargallo y Julio González la efervescencia de la vanguardia histórica en París. La obra de Julio González –una escultura en hierro forjado y su dibujo preparatorio– encuentra su relación natural en las posteriores realizaciones de Alexander Calder y David Smith. El itinerario de la muestra resume muchas de las inquietudes del arte español en la pintura de la década de los cuarenta, simbolizada por Antonio López, Manuel Millares, Antoni Tàpies, y de los setenta, encarnada en José María Sicilia; también en la pujante escultura vasca del periodo, magníficamente ejemplificada con obras de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Finalizando el siglo, se exponen tres cuadros de gran formato de la década de los noventa de Miquel Barceló y una escultura de Juan Muñoz del año 2000.  Dice Alicia Koplowitz: “Nadie elige dónde nace, pero la mayoría de las personas, dependiendo de sus habilidades, tienen la libertad de escoger su propio camino en la vida por medio de las oportunidades que se les presentan. Uno de los caminos que yo he elegido es el del arte. Cada una de las piezas que he comprado ha despertado un cierto tipo de sentimiento, incluso una pasión abrumadora. Esta exposición es el fruto de estas emociones, pasiones y recuerdos inolvidables que han sido una parte integral de mi vida.”

    Alicia Koplowitz

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