Formado al mismo tiempo como pintor y como profesor, como creador y como coleccionista, Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984) constituye un caso singular dentro de la vanguardia. Con motivo del centenario de su nacimiento celebramos su figura desde una doble perspectiva: la de mecenas, como impulsor del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, cuya apertura en 1966 marcó un hito en la historia cultural española; y la de artista, epítome de la abstracción, una de las firmas más deseadas por el coleccionismo internacional. Con la ayuda de Gustavo Torner, Gerardo Rueda, Manolo Millares, José Guerrero, José María Yturralde o Jordi Teixidor, entre otros, el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca (“el pequeño museo más bello del mundo” como lo definió el director del MoMA, Alfred H. Barr) se anticipó a los primeros artist-run spaces (“espacios dirigidos por artistas”) surgidos en los años 70. El proyecto de Zóbel respaldó a toda una generación de pintores y escultores, abrió el camino a las siguientes y propició la aparición de un público nuevo. Sus salas, que reciben hoy más de 80.000 visitantes al año, albergan uno de los conjuntos más representativos del arte abstracto español de la segunda mitad del siglo XX. “El museo sigue manteniendo la magia, la frescura y la belleza del momento en el que se abrió”, nos dice Celina Quintas, responsable de esta pinacoteca, de la que es titular la Fundación Juan March desde 1981. Por otra parte, examinamos el impacto de Zóbel en el mercado del arte con Marina Pelegrí, socia fundadora y consejera delegada de Setdart, y Marta Cuadros, especialista en arte contemporáneo de Subastas Segre. Analizamos su pujanza en las subastas, el crecimiento exponencial de sus precios, propulsado por el coleccionismo asiático, descubrimos sus obras y series más buscadas, y damos las claves que explican su repercusión internacional. [Fernando Zóbel en el estudio de Gustavo Torner, Cuenca, 1967 © Jaume Blassi]
