Esta exposición en la galería Louisa Guinness de Londres desvela la faceta de joyero de Alexander Calder, un capítulo radicalmente personal dentro de su producción. El artista rechazó hacer ediciones de sus piezas, cada alhaja es única, al igual que sus móviles. Lucir estos adornos era compartir la iconoclastia de Calder; sus pendientes, pulseras, tocados, collares y broches eran atípicos para su época. Estaban hechos de simple hilo de latón, oro, plata, y, en ocasiones, de materiales encontrados. A menudo eran grandes y difíciles de manejar. Sus preciosas ‘no-joyas’ se dirigían a mujeres de gustos avanzados que apreciaban lo inusual como Simone de Beauvoir, Georgia O’Keeffe y Peggy Guggenheim. [Anjelica Huston con el collar El marido celoso (c. 1940) Alexander Calder, 1976 ©2016 Calder Foundation, New York © Estate of Evelyn Hofer]