En el verano de 1520, Alberto Durero vio en Bruselas algunas de las primeras obras de arte azteca que llegaron a Europa, y enloqueció de júbilo. «Nunca en mi vida he visto nada que alegrara tanto mi corazón como estas cosas» -escribió deslumbrado- «De hecho, no soy capaz de expresar todo lo que he sentido al verlas.» Apenas un año antes, el español Hernán Cortés y sus tropas habían provocado la caída del mayor imperio indígena de Mesoamérica. 500 años después de estos acontecimientos, una exposición en el Weltmuseum de Viena quiere contar la historia de los aztecas desde su propia perspectiva. Entre los más de 200 objetos expuestos sobresale el espectacular penacho de Moctezuma, formado por cientos de largas plumas de quetzal y más de mil plaquitas de oro. Es el único que se conserva del México antiguo y constituye un valioso documento de la cultura y la sociedad prehispánicas. [Diosa de la fertilidad, S. XVI © D.R. Archivo Digital de las Colecciones del Museo Nacional de Antropología, Secretaría de Cultura –INAH].