El artista uruguayo Joaquín Torres-García es objeto de una retrospectiva en el MoMA neoyorkino que compendia su dilatada trayectoria, iniciada a finales del siglo XIX y culminada en la década de los 40, a través de una selección de dibujos, pinturas, objetos, esculturas y cuadernos originales. Esta exposición combina el enfoque cronológico con el temático, poniendo el énfasis en dos momentos clave: el período de 1923 a 1933, cuando Torres-García participó en varios movimientos de la vanguardia europea mientras establecía su propio código pictográfico-constructivista; y de 1935 a 1943, cuando, tras su regreso a Uruguay, produjo uno de los repertorios más singulares de la abstracción sintética. Torres-García es uno de los artistas más complejos de la primera mitad del siglo XX, y su trabajo abrió nuevas sendas para la transformación del arte moderno en ambas orillas del Atlántico. Su vinculación a muchos de los primeros movimientos de vanguardia –desde el noucentisme catalán al cubismo, el ultraísmo-vibracionismo, y el neoplasticismo- lo convierten en una figura señera cuya obra está madura para una nueva reevaluación crítica en los Estados Unidos.
