No poder ir a su taller durante estas semanas de confinamiento es lo que peor lleva Alfonso Albacete (Antequera, Málaga, 1950), uno de los artistas que protagonizaron el resurgimiento de la pintura a finales de los años 70 en España. En sus obras, muy coloristas, conviven los principios clásicos de la perspectiva con ecos del graffiti; con ventanas abiertas a recuerdos, lugares, momentos y experiencias, el artista reflexiona sobre el constante tránsito por el que fluye el ser humano: el placer y el dolor, lo material y lo espiritual, la vida y la muerte… con transparencias y superposiciones, sueños y realidades conforman una atmósfera de total unidad. Albacete, representado por la galería Marlborough y con obra en colecciones públicas como la del Museo Reina Sofía, es presidente de la Fundación Arte y Derecho.
¿Cómo está viviendo esta crisis? En un altibajo de expectativa y preocupación, encerrado sin tener acceso al estudio, lo cual me resulta un agravante.
¿En qué ocupa su tiempo durante estos días de confinamiento? En trabajar en pequeñas pinturas sobre papel, centrando alguna idea, dibujo, escucho música, hago gimnasia, bebo vino y veo televisión.
¿Qué lecturas, películas o música le ayudan a sobrellevar la situación? Lecturas de ensayos complicados que requieren mucha atención, músicas olvidadas y películas de televisión al azar.
¿Qué impacto tendrá esta crisis en nuestro mercado del arte? Seguro habrá un cambio importante, un antes y un después, aunque el mercado, como el mundo del arte, por su propia naturaleza, no obedece a normas, lo cual lo hace imprevisible, no como otros campos de creación a los que respalda una industria.
¿Qué artista u obra de arte le inspira de forma particular en estos momentos? El ángel exterminador de Luis Buñuel, La Balsa de la Medusa de Géricault, las Gymnopédies más melancólicas de Erik Satie.
¿Cuál sería el primer museo que le gustaría volver a visitar en cuanto sea posible? ¡Mi estudio!.