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    La danza del aire

    Alexander S. C. Rower, Presidente de la Fundación Calder y nieto del artista, fue uno de los pocos jóvenes cuya presencia era tolerada por el escultor en su santuario particular: su estudio. El pionero del arte cinético, compartió con su descendiente los misterios de su original universo creativo. Alexander Calder viajó a París en la década de 1920, tras haberse formado como ingeniero, y en 1931 inventó el móvil, un término acuñado por Duchamp para describir las esculturas que se movían por su propia inercia. Sus piezas dinámicas hicieron realidad la fascinación de los vanguardistas por el movimiento, y llevaron la escultura a la cuarta dimensión. [Retrato de Alexander Stirling Calder Rower. Foto: Maria Robledo. Calder Foundation, New York/ Art Resource, NY]. Vanessa García-Osuna

    ¿Qué le motivó a crear la Fundación Calder? Desde que la fundé en 1987, su misión ha sido la recopilación, exhibición, conservación e interpretación del arte y el archivo de mi abuelo. Comencé con la intención de documentar todas las obras que se le atribuyen, hasta la fecha he catalogado más de 22.000 y organizado un archivo exhaustivo. Además de las exposiciones que he comisariado, co-comisariado o asesorado (¡más de 80!) en las tres últimas décadas, estoy orgulloso de decir que hemos logrado ampliar nuestra programación para incluir eventos públicos, conferencias y exposiciones, lo que nos ha permitido llegar a nuevos públicos y colaborar con artistas contemporáneos emergentes.

    ¿Cuáles son los aspectos más complejos relativos a la protección del legado de Calder? El núcleo central de todo lo que hacemos para preservar su legado es nuestro extenso archivo, que contiene más de 26.000 fotografías históricas, docenas de películas y miles de libros, revistas y recortes de prensa, además de más de 130.000 documentos. Entre estos documentos hay colecciones de correspondencia que abordan todos los aspectos de la vida y la carrera de Calder; registros de inventario de sus marchantes americanos y europeos; catálogos y materiales de exposiciones; extractos bancarios; pasaportes, visados y documentos de viaje; así como una amplia documentación sobre la creación de la escultura monumental. El archivo es nuestro recurso más preciado, una guía para educar al público acerca de quién era el artista y cuáles fueron sus logros.

    ¿Cómo surgió la idea de crear el Premio Calder? El galardón, que consiste en un premio en efectivo de 50.000 dólares, una residencia en el Atelier Calder, y la colocación de una obra en una gran colección pública, surgió del éxito del programa de residencias Atelier Calder, en la localidad francesa de Saché, que justo ahora celebra su 28o aniversario, por lo que es uno de los programas de residencias artísticas más antiguos del mundo.

    Coincidiendo con la exposición sobre Calder de la Tate Modern, la galería Pace de Londres presenta una exposición que explora el legado de su abuelo y lo pone en relación con los ganadores del Premio Calder. ¿Qué perfil tienen los premiados? ¿Es una condición que su obra guarde una cierta relación con algunos conceptos de la obra de Calder? El Premio busca honrar artistas contemporáneos que hayan completado un trabajo ejemplar al comienzo de sus carreras que pueda ser interpretado como una continuación del legado de Calder, aunque nuestra definición de ese legado sea más filosófica que estética. Los galardonados en ediciones anteriores conectaron con Calder a través de su transformación del espacio; el uso de materiales no preciosos, industriales o reciclados; la sensación que sus creaciones inspiró a los espectadores de su tiempo; el humor desafiante que insufla a sus piezas; y otros aspectos menos obvios. El único requisito fácilmente identificable es que el artista esté trabajando en tres dimensiones.

    Háblenos de su relación con Calder, como artista y abuelo. Usted tuvo la suerte de verlo ‘en acción’… Cuando los amigos y visitantes venían a visitar a mi abuelo a su estudio, a menudo él les obsequiaba con una pieza de joyería o un gouache y al cabo de 15 minutos les acompañaba disimuladamente hacia la puerta, sin embargo era muy tolerante con la presencia de sus nietos en el taller. Recuerdo el interés que mostraba al hablarme de su proceso creativo, al explicarme por qué construía objetos de una determinada manera. Así que cuando falleció, a pesar de que yo sólo tenía 13 años, habíamos forjado una relación muy estrecha.

    Joan Miró fue un gran amigo de su abuelo. ¿Tuvo la oportunidad de conocerlo? Miró era íntimo amigo de mi abuelo, y sí, tuve la suerte de pasar tiempo con él. Su nieto, Joan Punyet Miró, es como un primo para mi.

    ¿Es coleccionista? Además de Calder, ¿qué tipo de arte le interesa? No me siento coleccionista, pero sí disfruto buscando objetos hermosos –tanto funcionales como puramente estéticos, de todos los países y todas las épocas. Por supuesto, no soy imparcial, me inclino por el arte de la época de mi abuelo.

    Alexander Stirling Calder Rower

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