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    La colección de Juan Carlos Maldonado

    Transformar los números en magia. Fundir cálculo racional y emoción para formular un cuadro-teorema, que también podía ser místico y poético. Eso es lo que consiguieron los artistas abstractos geométricos en el siglo XX alumbrando un lenguaje universal a base de líneas, colores primarios y formas no figurativas. Su legado cuenta hoy entre sus abanderados con el empresario y mecenas venezolano Juan Carlos Maldonado. Su colección, iniciada en 2005, cuenta con un núcleo irradiador del que forman parte artistas como Lygia Clark, Joaquín Torres García, Jesús Rafael Soto, Josef Albers, Leon Polk Smith o Max Bill; y tiene otras dos líneas: la dedicada al arte indígena Ye’kwana y la del textil de los Andes. En 2016, consolidó su compromiso con el arte al ubicar su colección en Miami, donde inauguró una sede en el Design District. Maldonado forma parte del Consejo Internacional del Museo Reina Sofía en Madrid y del Consejo Asesor de Adquisiciones del Instituto de Arte Contemporáneo de Miami. Por su labor como promotor del arte abstracto geométrico y la cultura latinoamericana recibe este mes el Premio A al Coleccionismo que concede la Fundación ARCO.

     ¿Cómo nace su interés por el arte? Tendría que hablar de la influencia de mi tía Milagros Maldonado, gran mecenas de arte latinoamericano figurativo. Ella tiene un espacio en Miami, llamado Meta, cuya misión es educar a través del arte contemporáneo. Yo solía visitarla con frecuencia en su casa y creo que disfrutar de esa proximidad con las obras de su colección fue la semilla de la que germinó mi interés por el arte.

    ¿Cuándo da el paso para convertirse en coleccionista? Hace veinticinco años, y decidí centrarme en la abstracción geométrica. Lo que me motivaba, tanto entonces como ahora, era el afán de conocimiento. Mi acercamiento al arte se produce desde una doble dimensión: la teórica y la estética. Lo primero que le llega a uno es el impacto estético y luego viene el intelectual, identificar los movimientos, su aportación a la historia del arte, los autores… Mi colección es rigurosa, cada decisión está muy meditada para que todas las obras mantengan una coherencia, una armonía entre ellas.

    ¿Qué le sedujo de la abstracción geométrica? Su pureza y sencillez. Como, a pesar de la economía de medios, a través del color y la forma, era un lenguaje comprensible y a la vez de una enorme contundencia estética. También el que esté tan conectado con mi país, Venezuela. Mi primera adquisición fue una obra de Jesús Rafael Soto, que es un referente del arte moderno, y en particular del cinético. Con el tiempo me fui decantando hacia su obra temprana, más barroca digamos, que me interesaba más que la tardía, más tecnológica. Me fascinaba la manera en que, con muy pocos materiales, conseguía una expresividad tan poderosa.

    ¿Cuántas obras forman hoy su colección? Alrededor de 1.500. Aunque su columna vertebral es la abstracción geométrica, hemos abierto otras dos sendas: la del arte indígena amazónico y la del textil de los Andes, testimonio del Perú ancestral. Es un arte precolombino con un evidente trasfondo espiritual, pero también tiene figuras y formas que no tienen nada que ver con la abstracción moderna. Obviamente también en el arte moderno puede haber espiritualidad, pero en aquel momento histórico, varios siglos antes de Cristo, era más bien una expresión del ser humano. Sus artífices plasmaban en estas obras su manera de entender la vida y el universo. Son piezas impregnadas de su mitología, de su conciencia supraterrenal. Pero lo realmente impactante es la estética de esos textiles… [Vanessa García-Osuna. Foto: Alfredo Arias]

     

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