La Fundació Gala-Salvador Dalí celebra el 50º aniversario de la apertura del Teatro-Museo, creado por el propio artista en su ciudad natal, Figueres, y que, como su última gran obra, es también su manifiesto vital. Como explicó él mismo: “Es evidente que existen otros mundos pero, como ya he dicho muchas veces, están en el nuestro, residen en la tierra y precisamente en el centro de la cúpula del Museo Dalí, está todo el nuevo mundo insospechado y alucinante del surrealismo”. El embrión del proyecto surgió a principios de los años sesenta del siglo pasado. El entonces alcalde de Figueres pidió al artista que donara una obra para el Museu de l’Empordà pero éste decidió regalar no una pieza sino un museo entero: “¿Dónde, si no en mi ciudad, ha de perdurar lo más extravagante y sólido de mi obra, dónde si no? El Teatro Municipal, lo que quedó de él, me pareció muy adecuado por tres razones: la primera, porque soy un pintor eminentemente teatral; la segunda, porque está justo enfrente de la iglesia en la que fui bautizado; y la tercera, porque fue precisamente en la sala del vestíbulo donde expuse mi primera muestra de pintura”. De la historia del Teatro-Museo y del alucinante universo del artista catalán hablamos con Montse Aguer, directora de los Museos Dalí.
¿Cómo llegó usted al “universo daliniano”? A través del Teatro-Museo Dalí, del propio Salvador Dalí y de Antoni Pitxot, director del Museo y amigo personal de Dalí. Empecé a trabajar aquí los veranos, donde conocí a Pitxot, y me propuso hacer las sustituciones de la asistente de Dalí durante sus vacaciones, y fue así como conocí a Dalí. Fue una experiencia muy interesante, pero yo todavía estaba estudiando, era joven y le tenía un respeto tan reverencial, que creo que no fui consciente de lo que me estaba pasando.
¿Cómo era Dalí? Yo le conocí ya mayor, en Torre Galatea, y hablábamos poco. Yo hacía lo que me pedía: le leía revistas, libros y periódicos o repasábamos telegramas y correspondencia, pero su gran relación era con Antoni Pitxot, no conmigo.
¿Con Gala también tuvo relación? No, no llegué a conocerla. La estamos estudiando ahora y es una figura que me interesa cada vez más y confío en que vayan saliendo más documentos o más cartas relacionadas con ella porque fue una persona intelectualmente muy potente; queda mucho por investigar, hay documentos que no sabemos dónde están y espero que algún día salgan a la luz.
¿Qué hace único a Dalí dentro de la constelación surrealista? Su método paranoico-crítico de interpretación de la realidad. También su verismo onírico o la creación de un mundo singular y propio.
El Museo Dalí se considera su última gran obra, ¿en qué sentido se considera su manifiesto vital? Dalí plasmó en su Teatro-Museo su dilatado conocimiento, así como su singular perspectiva de la historia del arte; se implicó hasta en los más mínimos detalles para abrir al mundo un espacio en el que proyectaba no solo su trayectoria vital y artística, sino sus pensamientos más profundos sobre el arte, su propio arte y la existencia. Declaró que su museo estaría abierto a toda la actividad espiritual, válida e importante de nuestra época. [Marga Perera. Foto: Salvador Dalí en el Teatro-Museo en obras, 1970. Foto: Melitó Casals, “Meli”]