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    Las narrativas migrantes de Sandra Gamarra

    Sandra Gamarra Heshiki (Lima, 1972) es la primera artista migrante elegida para representar a España en la Bienal de Venecia. El eje principal del proyecto —titulado Pinacoteca migrante y comisariado por Agustín Pérez Rubio— es el museo como narrador de grandes relatos, cuyos métodos de representación han sido asumidos como «universales». Para ello, la artista transformará el Pabellón de España en una pinacoteca histórica de arte occidental donde la noción de “migración” será la protagonista. Pinacoteca migrante podrá visitarse en el Pabellón de España, del 20 de abril al 24 de noviembre de 2024. El proyecto está organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, a través de AECID, con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E), y cuenta con el patrocinio de la Colección Inelcom, el patrocinio digital de Exhibify y el apoyo de la Fundación Botín.

    Ya había trabajado con Agustín Pérez Rubio Sí, en el Musac [entre 2003 y 2013, Agustín Pérez Rubio fue comisario jefe, primero, y director, después, del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León]. A continuación, en 2020 me invitó a participar en la Bienal de Berlín y, al año siguiente, en una exposición individual en la Sala Alcalá 31 [Buen Gobierno, que generó cierta polémica cuando la Comunidad de Madrid hizo borrar cinco palabras del texto curatorial: «conflicto», «neocolonial», «neoextractivista», «racismo» y «restitución»]. Ahora le he devuelto la invitación con el proyecto para el Pabellón de España en la Bienal de Venecia. Tras la experiencia de Alcalá, tenía muy claro que quería trabajar con él. Además, ya había comisariado un pabellón [el de Chile, en 2019]. Para mí, fue muy sorpresivo que me invitaran a participar en el proceso de selección. De salir elegida, tenía que ser con alguien con quien tuviera mucha afinidad y hubiéramos trabajado juntos.

    ¿Qué supone el hecho de que, por vez primera, se haya escogido a una artista migrante que, además, es latinoamericana y se llama Sandra Gamarra Heshiki? En el contexto español es algo nuevo, pero no en el europeo; y es raro, por la cantidad de artistas extranjeros que viven aquí. A mí me resulta natural. Además, la convocatoria actual es el resultado de un proceso más general que conlleva la revisión de todas estas historias compartidas y chocantes. Pude haber sido yo o cualquiera. Era normal que llegara el momento en que la voz protagónica no fuera de aquí, porque hay toda una tradición de espacios históricos compartidos. Esto no significa que se tenga que seguir repitiendo a lo largo del tiempo. El jurado es independiente. Nadie se esperaba el resultado, y menos nosotros.

    ¿Y qué significa para usted? Entiendo mi voz como una cuestión casi circunstancial. Podría haber sido la mía como la de cualquier otra persona que estuviera en ese lugar y en ese momento. Prefiero pensar que estos procesos, más que individuales, son comunitarios. Es una sumatoria.

    Ya participó en la Bienal de Venecia de 2009 Sí, en el Pabellón de IILA [Instituto Italo-Latinoamericano]. Perú aún no tenía pabellón y mi trabajo se mostró junto al de otros artistas de países sin espacio propio. Fue en el contexto de una exposición colectiva en el Arsenal. Cada artista presentamos una obra. La comisaria fue Irma Arestizábal, experta en arte latinoamericano. Tristemente, falleció poco después de la inauguración.

    ¿Qué representó su participación? Mi manera de trabajar es en cadena, esto es, un proyecto me lleva a otro. En 2009, yo estaba siguiendo a ciegas algo que no terminaba de entender —relacionado con la copia y con el hecho de repensar el original— y que logré dar sentido hacia 2010. Yo provenía de una sociedad donde hemos incorporado el arte europeo desde la colonia; y lo hemos ido modificando desde su llegada. Básicamente, hubo una suplantación y se han ido creando formas híbridas sin que hubiera original, pero el que no lo haya no quiere decir que no exista y yo me debatía en esta búsqueda. Entonces vine a España, donde descubrí los originales y mi perspectiva cambió, porque lo que encontré entre la obra y yo (como espectadora) fue una multitud de turistas, algo que nunca imaginé. Yo había idealizado ese espacio sagrado al que peregrinas para ver las obras y no lo encontré. Mi llegada coincidió con la irrupción del turismo cultural. Participar en Venecia en 2009 representó incluir en el pabellón del IILA, al propio pabellón, así como mi discurso y a mí misma como espectadora en esa Bienal.

    ¿Cuándo llegó a España? En 2002. En 2009 continuaba inmersa en entender las dinámicas y la circulación de las imágenes que generamos, hasta que di con el trabajo de la antropóloga, ingeniera y activista Yayo Herrero y descubrí que las incomodidades, por llamarlas de alguna manera, que encontraba en el mundo del arte son las mismas del mundo “real”, porque hay una cultura que lo abarca todo y que, para subsistir, necesita que existan otras precarias. Y es allí donde yo hice un clic y entendí el motivo de mi incomodidad. Hasta entonces, yo tenía fe en la cultura que compartimos… [Inés Martínez Ribas. Foto: Carmela García]

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