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    Marta Minujín, la reina pop

    En su edición de junio de 1966 la revista Arts anunciaba la irrupción de la argentina Marta Minujín (Buenos Aires, 1943) en la escena internacional como la ‘respuesta latina al Pop’. La propia artista ha contado cómo, mientras vivía en París entre 1962 y 1964, decidió asistir a la Bienal de Venecia “sólo para ver lo que estaba pasando … había entonces mucha influencia pop, [Robert] Rauschenberg recibió el premio’. Durante el viaje de vuelta, pasó por Milán, “donde vi mi primera minifalda, era de color azul claro con flores rosas, la compré, y eso cambió toda mi forma de ver el arte. Me volví pop”. Pionera del happening y el arte participativo, su máxima de “todo es arte” la ha convertido en un referente de la contracultura y las prácticas efímeras. La lista de honores es larga y en ella se incluye el Premio Velázquez de Artes Plásticas concedido en 2016 por el Ministerio de Cultura español (siendo la tercera mujer en recibirlo).

    Minujín se supo artista desde niña. “Tenía 10 años y estaba en cuarto o quinto grado y, un buen día de me desperté y supe que era artista. Como me aburría, empecé a hacer pequeñas esculturas en la mesa, eran caritas que hacía con miga de pan y manteca. Más adelante me apunté sola en Bellas Artes y allí aprendí todo: pintura, dibujo, grabado. No terminé la carrera pero me lancé a hacer una pintura de corte futurista influenciada por Severini y todo lo de la velocidad, pero muy bien pintada, hasta que de pronto me dije: ‘no, no quiero’. Y empecé entonces a producir cuadros informalistas… Trabajaba día y noche. No salía, no iba a fiestas, no descansaba sábados ni domingos. Todos la semana la dedicaba a crear. Un día me dije: ‘necesito una forma blanda, y agarré un colchón de mi cama y otro de la de mi hermano. Yo tenía 17 años y aquella fue mi primera obra, creo que la titulé Mi colchón. Ahora está en el Ludwig Museum de Colonia, al lado de un Rauschenberg”, cuenta con indisimulado orgullo. “Más tarde me concedieron una beca [del Fondo Nacional de las Artes] y me fui a París. Allí empecé a recoger los colchones que tiraban los hospitales y que me encontraba por las calles. Los desinfectaba y me los llevaba al sitio donde vivía en el que estuve tres años sin agua ni calefacción, durmiendo dentro de un saco. Al final, de tanto arrastrar colchones las manos me enfermaron. Decidí entonces quemarlos todos y regresar a Buenos Aires, y cambiarlos por los colchones fluorescentes. Es decir, a los 20 años, en París, ¡destruí toda mi obra!”, recuerda. En 1966 consiguió la prestigiosa beca Guggenheim que fue su puerta de entrada a Nueva York donde incluso Dalí quedó impresionado con uno de sus happenings y pide conocerla “Allí me intereso por el arte y la tecnología, y conozco a Warhol”, rememora. Con el líder del Pop Art creará una obra paradigmática: El pago de la deuda externa con mazorcas de maíz. Durante esta acción, que lleva a cabo en la Factory, Minujín ‘paga’ simbólicamente a Warhol la deuda externa argentina con mazorcas de maíz.

    Entrevistamos a la famosa performer con motivo de la retrospectiva que acaba de inaugurar en la Pinacoteca de São Paulo. Ao Vivo, comisariada por Ana Maria Maia y patrocinada por Iguatemi, recorre su carrera a través de más de un centenar de obras entre las que encontramos trabajos icónicos como El Batacazo o Galeria Blanda.  Con 80 años y después de más de medio siglo en primera línea, la artista porteña hace gala de una asombrosa vitalidad. “Envejece el cuerpo pero no la cabeza ni el alma. Yo seguiré trabajando hasta que me muera…” [Jorge Kunitz. Foto: La artista en su estudio con elementos de la instalación El Batacazo]  

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