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    Un Sorolla en plenitud

    «¡El agua era de un azul tan fino! Y la vibración de la luz era una locura …». Esta frase que Joaquín Sorolla escribió a Clotilde, su esposa, en 1907, resume la fascinación que el artista sentía por la luz y por el mar. En el verano de 1910, cuando fue pintado Haciendo labores en el mar, que subasta Setdart el 15 de julio, el maestro vivía un momento de plenitud. Estaba inmerso en una serie de pinturas pletóricas, extraordinariamente luminosas, de las que es ejemplo ésta que se licita por 200.000 a 250.000 euros [en imagen].

    Considerado el más insigne representante del paisajismo postimpresionista español, Joaquim Mir firma otro de los lotes significativos de la sesión, El Pascol, Caldes de Montbui, creado durante una de sus estancias en la estación termal de Caldes de Montbui, donde su madre iba a tomar las aguas. Perteneciente a esa serie en la que ahondó en la veta naturalista, es un hermoso atardecer que ofrece Setdart con una estimación de 150.000 a 200.000 euros.

    Ramón Pichot fue compañero de Isidre Nonell y de Ricard Canals en el grupo de artistas de La Colla del Safrà o de Sant Martí, y amigo de Ramón Casas y Ricardo Opisso, que hicieron numerosos apuntes de él. Con ellos participó, en 1897, en la primera exposición de Els Quatre Gats. Instalado en París, expuso con Picasso en la galería de Berthe Weill y concurrió a los salones de los Independientes, Nacional y Otoño, recibiendo elogios del mismo Apollinaire. Manolas, un óleo preciado entre 30.000 y 35.000 euros, es otra de las obras más interesantes de esta subasta.

    El mercado de la pintura orientalista vive un momento boyante, de ahí que no vaya a pasar desapercibida la presencia de un trabajo de Giulio Rosati, un artista que hizo revivir el embrujo de Oriente en cuidadas escenas protagonizadas por vendedores de alfombras, bailarinas de harén… La que se ofrece, La partida de backgammon, tasada entre 40.000 y 50.000 euros, plasma a dos hombres, vestidos con holgadas chilabas, calzados con babuchas y tocados con turbante, que tienen sus ojos puestos en un tablero de backgammon dispuesto sobre una alfombra. Rosati nunca viajó a los lugares que pintó, y su documentación procedía de las fotografías u objetos que se podían encontrar en esos años en Roma, ciudad donde vivía.

    SOROLLA

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